Los departamentos que se han convertido en territorios donde más corre la sangre de mujeres son: Cortés, Santa Bárbara, Copán, Lempira, Intibucá, Atlántida, Olancho, Francisco Morazán y Valle.

El patrón de la criminalidad contra las mujeres está definido. Y es que la muerte violenta de las féminas se ha convertido en un fenómeno grave en Honduras.

Según los estudios del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional, cada 23 horas es muerta una mujer en escenas sangrientas, particularmente los fines de semana, entre las 6 de la tarde y las 9 de la noche.

El mismo informe destaca que el 40 por ciento de las muertes violentas de personas del sexo femenino corresponde a homicidios, muy por encima de otras condiciones como eventos de tránsito, suicidios y hechos indeterminados o no intencionales.

Seis de cada diez homicidios son cometidos con armas de fuego y cerca del 20 por ciento de tales crímenes son ejecutados con instrumentos corto-punzantes.  

Un dato puesto de relieve por los estudiosos es el que subraya que el bloque de mujeres más afectado es el comprendido entre 15 y 29 años de edad.

Los departamentos que se han convertido en territorios donde más corre la sangre de mujeres son: Cortés, Santa Bárbara, Copán, Lempira, Intibucá, Atlántida, Olancho, Francisco Morazán y Valle.

En este recuento de la inseguridad volcada contra las mujeres, sobresalen las ciudades del Distrito Central, San Pedro Sula, Choloma, Juticalpa y Comayagua.

Los feminicidios se han consolidado como una manifestación de salvajismo, frente a lo cual las fuerzas de seguridad y de investigación están reprobadas por su falta de resultados.

La Organización Mundial de Salud califica que “la violencia contra la mujer es un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las víctimas”.

Entre los factores asociados para que una mujer sea víctima por parte de su pareja figuran un bajo nivel educativo, haber presenciado escenas de violencia entre su padre y madre y el maltrato infantil, que con el tiempo se convierte una aceptación de la violencia.

De acuerdo con el Instituto Nacional de la Mujer, “la violencia contra las personas del sexo femenino es una práctica cultural generalizada, que viola los derechos humanos y libertades fundamentales y atenta contra su integridad".

La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer establece que “se deben tomar las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, con el objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y libertades fundamentales en igualdad de condiciones con el hombre”.

Los conceptos incluidos se quedaron en letra muerte. Honduras ha desarrollado avanzadas manifestaciones de odio y de criminalidad contra las mujeres.

Los feminicidios siguen en la impunidad, de tal manera que sólo cuatro de cada cien muertes de mujeres son investigadas y llevadas a su esclarecimiento.

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