Según lo relatado por Mariela, antigua dueña de Roma, decidió darla en adopción pues no contaba con suficiente espacio para proporcionarle una buena calidad de vida.
Para ello, precisó que las condiciones para la adopción eran; tener tiempo para dedicarle amor a Roma y espació suficiente para que ella se sintiera bien.
Fue entonces que apareció un prospecto para la tenencia de la cerdita. El hombre identificado como Pieroni la fue a buscar y hasta se tomó una foto en su carro con el animalito.
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En los primeros días, todo iba viento en popa entre el nuevo propietario y la cerdita; el hombre le enviaba fotos a la antigua dueña y ella pensó que todo estaba bien.
Hasta que el nuevo propietario se cansó de cuidarla debido a que era muy inquieta para su gusto y decidió comérsela.
Un día en comunicación por medio de Facebook con Mariela, el sujeto le envió un audio y le confesó que la chancha ya estaba "en otro plano".
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