El precio de los insumos agrícolas se ha elevado en un 20 por ciento, un ajuste que impacta negativamente sobre la producción estimada de unos 17 millones de quintales de granos básicos alrededor.

Ello tendrá un efecto asolador en lo que respecta a la seguridad alimentaria, tomando en cuenta que Honduras nada más genera la tercera parte de la demanda, en su conjunto, de frijoles, maíz y arroz.

El grave problema es que tres millones de personas están en condición vulnerable, porque no tienen acceso a los alimentos esenciales y cada vez es mayor la presión respecto a la productividad y producción de bienes de consumo.

Esto es así, ya que la demanda de comida se ha incrementado en la medida en que la población de zonas rurales ha alcanzado la misma proporción de las regiones urbanas. En pocas palabras: Hay más habitantes y menos alimentos para cubrir su demanda.

En el caso del maíz hay suficiente existencia y disponibilidad para el mercado de consumo interno. Hay que hacer la salvedad que Honduras ha pasado de una cosecha de 13 millones de quintales del grano a ocho millones.

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El país importa más de 11 millones de quintales de maíz amarillo y cuatro millones de quintales del grano blanco, según lo planteado por los agricultores organizados.

En el rubro de los frijoles, el único en el cual Honduras es autosuficiente, el contratiempo se ha producido en la cosecha de postrera, empero -en este momento- Sí está garantizada la producción tardía que llegará al mercado.

En lo que respecta al arroz, el consumo del grano es de casi cuatro millones de quintales, de los cuales el país necesita importar 2.6 millones de quintales.

Los dirigentes de las organizaciones de productores han recomendado evaluar todas las zonas de cultivos y desarrollar una planificación de los sistemas de riesgo y la cosecha de lagunas.

Los estudios científicos señalan a Honduras como uno de los países más perjudicados por el cambio climático, que tiene su raíz en la deforestación, la erosión de los suelos y la contaminación que -a su vez- tienen un impacto directo sobre el sistema productivo y la seguridad alimentaria.

Organismos regionales y locales han recomendado elaborar y poner en práctica un plan de inversiones sostenibles para incrementar el desempeño del aparato productivo y mejorar la capacidad de adaptación tanto a las sequías prolongadas como a las inundaciones de consecuencias desastrosas.

Los cultivadores nacionales se han impuesto como el principal reto de este año elevar la productividad, esencialmente en el rubro de los granos básicos.

La regla de oro no es otra que extender las áreas de producción, incrementar el rendimiento de cada rubro, a través de una adecuada asistencia crediticia y técnica para provocar un alivio en la pobreza, reducir la desnutrición y saltar las cuerdas del subdesarrollo.

Hay que reactivar la producción, lo que pasa por una revisión completa de la asistencia técnica, financiera y crediticia al aparato productivo y por un regreso al esquema de generación de los alimentos y por el combate a la emigración del campo a otras actividades "más rentables"

Los sectores agropecuario y agroindustrial aportan cerca de la cuarta parte del Producto Interno Bruto de Honduras. Desde 2018 el PIB agrícola ha venido en retroceso. En 2017, llegó al diez por ciento; en 2018, fue de tres por ciento; pero en 2019 y 2020, más bien cayó entre dos y cuatro por ciento.