La campaña política marcada por mensajes de odio no abona en nada a la democracia ni a la solución de los problemas del país. Así lo han reiterado líderes de la empresa privada, de la iglesia, académicos y analistas que observan con preocupación el nivel de confrontación, a pocos días de la consulta del 28 de noviembre.

Los líderes de los principales partidos en la oposición han declarado que los votantes no deben perdonar la corrupción, la pobreza y la falta de acceso a la educación y a la salud que recrudecieron en 12 años de gobierno de los nacionalistas.

En réplica, los miembros de la institución política en el poder han llamado a los electores a no marcar en la papeleta por quienes -según ellos- "promueven el aborto, la destrucción de la familia y el comunismo."

Los consejeros electorales han invitado a los que corren para cargos en los niveles presidencial, legislativo y municipal a no generar más rivalidades y, en su lugar, privilegiar la tolerancia.

Una exhortación con el mismo acento han hecho la Asociación de Municipios de Honduras (AMHON), y el Foro Nacional de Convergencia (FONAC), cuyos funcionarios observan con inquietud que los discursos de los aspirantes estén cargados de descalificación y términos que desembocan en la alteración de la paz.

La representación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Honduras, ha invitado a los nominados a puestos políticos a debatir propuestas y planes de Gobierno en forma pacífica y democrática.

A juicio de los personeros de ese foro internacional, los candidatos a puestos de elección deben enfocarse en presentar planes e iniciativas para el desarrollo y bienestar del país, lo que implica desistir de toda acción que violente los derechos humanos, particularmente los políticos y libertades fundamentadas en la igualdad de género.

En el terreno de la contienda electoral, los líderes, aspirantes y simpatizantes han hecho caso omiso al reclamo de los diferentes sectores para generar un ambiente de civismo, paz y certidumbre de cara a las justas del 28 de noviembre.

Analistas de la vida nacional, han destacado que desde el partido gobernante se lanzan mensajes que hacen retroceder a aquellos tiempos cuando el temor al comunismo fue utilizado para justificar las desapariciones forzadas, mientras en Libre se ha planteado como objetivo la salida de la dictadura para la refundación de Honduras.

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Los mensajes se han tornado muy "violentos" y "extremos", en detrimento del debate, de la pluralidad de pensamiento y de los empeños para construir una visión de país.

Asociaciones que batallan contra la corrupción y los espacios integrados por defensores de la vida, del ambiente y de los derechos humanos que están del lado del diálogo, han alertado que existe una "arremetida de fraude y de violencia política".

Y lo que causa desasosiego es que no se han hecho intentos de frenar la confrontación política subida de tono. La campaña está basada en el descrédito, duros señalamientos, ofensas y ataques personales que ocasionan crispación.

Se anteponen los discursos políticos vacíos de respuestas, pero llenos de insultos. Están ausentes las propuestas para abordar tanto los problemas estructurales del país, como aquéllos que han surgido a la par de la emergencia sanitaria.

Son los ciudadanos quienes deben decidir, con su voto depositado con consciencia, el camino que ha de marcar el futuro de Honduras, que por ahora está inclinado por la pobreza, la injusticia social, el debilitamiento económico, la criminalidad y la impunidad.