Contrario a los otros procesos, las justas del domingo 28 de noviembre se realizan en un momento verdaderamente crucial, dado que la pandemia ha generado una crisis sin par en todos los órdenes. Está en juego el futuro de la República, en vilo el Estado de Derecho y a prueba una democracia que no es funcional.

Los hondureños están invitados a hacer historia este 28 de noviembre. Cinco millones de ciudadanos están habilitados para ejercer el sufragio, con vistas a escoger a los funcionarios que tomarán las riendas del poder para el período 2022-2026.

Es la décimo-primera consulta popular convocada desde el restablecimiento del orden constitucional en la década de los 80. En  40 años, los hondureños le han dado su voto de confianza al sistema político basado en el poder del pueblo.

En todo este período de cuatro décadas, la administración del Estado la asumieron Roberto Suazo Córdova, José Simón Azcona, Rafael Leonardo Callejas, Carlos Roberto Reina y Carlos Roberto Flores Facussé.

A ellos siguieron en el turno: Ricardo Maduro Joest y Manuel Zelaya Rosales, defenestrado y sustituido por Roberto Micheletti. Más tarde alcanzaron la silla presidencial Porfirio Lobo Sosa y Juan Orlando Hernández.

En la consulta de 1981, Roberto Suazo Córdova se alzó con la victoria. La siguiente elección se llevó a cabo en 1985, cuando el liberal José Simón Azcona fue investido para ejercer la titularidad del Poder Ejecutivo.

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Posteriormente Rafael Leonardo Callejas ocupó la Primera Magistratura postulado por el Partido Nacional. En el proceso de 1993, el desaparecido doctor Carlos Roberto Reina, abanderado de la denominada Revolución Moral, fue favorecido por la mayoría de los votantes.

Otro liberal asumió el poder los siguientes cuatro años: Carlos Flores Facussé. En los comicios generales realizados en 1997, se alzó con la victoria  

Los hondureños fueron convocados de nuevo en 2001. La mayoría se volcó a favor de la propuesta de Gobierno del nacionalista Ricardo Maduro Joest, quien se impuso al liberal Rafael Pineda Ponce.

El poder tuvo un relevo de partido. En las votaciones de 2005, Manuel Zelaya Rosales llegó al poder de la nación tras obtener un poco más de 999,000 marcas a su favor, en comparación con 925 mil 243 de su principal rival político, Porfirio Lobo Sosa.

Cuatro años después, en 2009, el nacionalista Lobo Sosa ascendió al Poder Ejecutivo con el sustento de un millón 213 mil 695 sufragios contra 817,524 votos del contendiente liberal, Elvin Santos.

En la consulta popular de 2013 los resultados favorecieron al actual mandatario Juan Orlando Hernández. Y, como es conocido, las justas del 26 de noviembre de 2017, permitieron a Hernández que se quedara en el poder por segundo período consecutivo.

Alcanzó el 42.95 por ciento de los votos, mientras el aspirante de la Alianza de la Oposición, Salvador Nasralla, capitalizó más de un millón 360,000 sufragios, el 41.42 por ciento.

Esta vez, son 14 los partidos que participan en una campaña acentuada por mensajes de descrédito, discursos ayunos de propuestas y un ambiente polarizado en el que sobresalen los espectros del comunismo y de la ultra derecha. La gran misión es garantizar que las elecciones sean transparentes y que se produzca una reconciliación de la familia hondureña, porque es la clave para el desarrollo de Honduras