Incluso el Caenorhabditis elegans, un primitivo gusano redondo conformado por unos pocos miles de células, hace algo que se asemeja muchísimo. Dormir es una experiencia ancestral y universal.

Pero, en parte porque es tan común, por mucho tiempo el sueño fue un tema que no había despertado el interés de los científicos. Solo en el último medio siglo ha atraído la atención de investigadores dedicados. Con su nuevo libro Kenneth Miller, un periodista científico, se propone narrar la breve pero fascinante historia de este campo.

La vida y el arduo trabajo de cuatro científicos es el tema central del libro. El patriarca de la especialidad es Nathaniel Kleitman, cuya presencia es la que cobra mayor importancia, un hombre judío que nació en lo que hoy es Moldavia y emigró a Estados Unidos en 1915 para escapar de los pogromos rusos antes de crear un programa pionero sobre la investigación del sueño en la Universidad de Chicago.

Las primeras páginas del libro, antes de que se describa gran cosa en términos de ciencia establecida, son las más débiles. Se dedica mucho tiempo a detalles biográficos y breves descripciones del mundo en el que vivió Kleitman.

Pero la historia pronto retoma interés. Va desde el descubrimiento del sueño de movimientos oculares rápidos (REM, por su sigla en inglés) y los ritmos circadianos (los relojes biológicos que gobiernan los días de la humanidad) hasta los efectos de la privación del sueño (que puede ser letal, al menos en animales de laboratorio). También investiga el propósito de los sueños, si es que tienen alguno.

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Subyace la sensación de que la psicología madura lentamente como ciencia.. Nuevas tecnologías como los electroencefalógrafos, que monitorean la actividad eléctrica en el cerebro, han ofrecido a los profesionales la capacidad de estudiar los cerebros de modo directo, en lugar de intentar inferir lo que están haciendo a partir del comportamiento de sus dueños.

Miller tiene talento para reconocer una gran historia científica. Uno de los experimentos más conocidos de Kleitman consistió en pasar 32 días en una cueva oscura mientras trabajaba para esclarecer los límites del ritmo circadiano del cuerpo. El autor se complace en mostrar la investigación tal como se hace realmente, con humillaciones y todo.

Una sección del libro describe una investigación más moderna y cuantitativa sobre el ritmo circadiano que se llevó a cabo en un pueblo bávaro, en unas instalaciones construidas especialmente para tal fin.

El laboratorio tenía dos apartamentos, sin ventanas ni relojes que dieran pistas a sus ocupantes sobre lo que estaba sucediendo en el exterior. Los sujetos de prueba vivieron allí durante semanas, libres de despertarse y dormirse cuando quisieran, pero nunca libres de los termómetros rectales conectados a los enchufes de pared mediante largos cables.

También hay un lado serio. El trabajo por turnos interfiere con los relojes internos del cuerpo y aumenta el riesgo de padecer enfermedades, incluidas enfermedades cardíacas y diabetes.

Miller detalla la lentitud con que la medicina reconoció la apnea del sueño, una afección común, y el daño que puede causar. Su origen es el colapso repetido de las vías respiratorias durante el sueño.

Quienes la padecen soportan cientos de episodios de privación de oxígeno cada noche (los característicos jadeos y resoplidos se producen cuando un reflejo corporal obliga a quienes duermen a respirar aire desesperadamente).

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Si no se atiende, la apnea del sueño puede provocar un agotamiento paralizante o algo peor. Miller relata el caso de un hermano y una hermana que padecían esta enfermedad; el hermano finalmente se curó cuando le hicieron un pequeño agujero en la garganta, pero años de falta de oxígeno durante la noche causaron daños cerebrales irreversibles en su hermana.

Con frecuencia, los descubrimientos conducen a su vez a interrogantes nuevas. Por eso es difícil conseguir finales claros y ordenados para los libros de ciencia; este no es la excepción. A pesar de todos los avances de los últimos 50 años, los científicos aún no están seguros de cuál es la función del sueño.

El hecho de que sea tan generalizado sugiere que es vital. Pero por qué la evolución considera apropiado producir animales que deben pasar grandes cantidades de su tiempo sin ser capaces de sentir ni responder a las amenazas sigue siendo un misterio que los investigadores tratan de dilucidar.

Sin embargo, para cualquiera que tenga la curiosidad de hacer las preguntas correctas, el libro de Miller es un buen punto de partida.

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