Tienen un punto de acuerdo los politólogos, dirigentes de la empresa privada, líderes de la oposición y algunos representantes de organismos de la sociedad civil: la democracia de Honduras está en riesgo de caer en mayor fragilidad si continúa expuesta a influencias de tipo ideológico.

La exrectora de la Universidad Nacional, Julieta Castellanos, ha cuestionado que el gobierno de la presidente Xiomara Castro privilegie una agenda de ideas radicales e inclinada a la izquierda.

La administración actual no ha condenado la invasión a Ucrania ni las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, Cuba y Nicaragua, por ejemplo; en sentido contrario, ha expresado su respaldo a estos regímenes. Es una postura que crea confusión y que es contradictoria, en opinión de la socióloga.

Críticos de organismos de la sociedad civil y politólogos han agregado a ese juicio de valor que el Gobierno de Honduras expuso en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un discurso de desconocimiento de la presidente Dina Boluarte de Perú y que desembocó en el retiro del embajador de ese país en Tegucigalpa.

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Ese tipo de mensajes crean desconcierto. De un lado, son descalificadas las acciones de la clase política en el poder en algunos países del área tildados de derecha; de otro, son pasados por alto los abusos cometidos en ciertos regímenes de izquierda.

En su publicación más reciente, The Economist cataloga a Honduras dentro de la lista de naciones que tienen un sistema de gobierno híbrido; esto es, una democracia afectada y débil con orientación al absolutismo

El reporte señala, en este marco, que la calidad democrática retrocede en América Latina y agrega que “hay un camino oscuro hacia la autocracia”.

Por cuarto año consecutivo ha caído el índice que evalúa las instituciones de cada uno de los países de América Latina y El Caribe.

El mencionado informe concluye que los gobiernos de Haití, Nicaragua y Venezuela son autoritarios y advierte que hay riesgo de que crezca la lista de autocracias en la región.

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En lo que importa concretamente a Honduras, los analistas internaciones observan que la gestión Castro comparte con Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay y hasta hace poco con Perú, la categoría de un régimen donde la democracia no es profundizada y donde el Estado de Derecho tambalea.

A pocos meses de haber jurado en el cargo, el designado presidencial, Salvador Nasralla, acusó a la gobernante Castro, y al exmandatario y principal asesor, Manuel Zelaya, de estar tomando decisiones para empujar a Honduras por el camino a la conversión en una nueva Venezuela.

Exponentes de la iglesia, de su parte, han insistido en llamar a los políticos que tienen las riendas del Estado de Honduras en deponer sus intereses y pensar en las conveniencias del país, hacer a un lado las ideologías y promover la democracia, procurar la justicia y buscar el bien común.

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