En al menos 10 puntos se ha incrementado la economía informal. Este porcentaje se interpreta así: siete de cada diez empleos están en la irregularidad; hasta antes de la pandemia del covid-19, la proporción era de seis por cada diez puestos de trabajo.
La pandemia ha venido a empeorar las condiciones desfavorables en que operan las empresas, en sus diferentes escalas. La urgencia sanitaria y sus implicaciones económicas y sociales, ha hecho que el porcentaje de empleos en la economía informal se haya extendido velozmente.
De conformidad con los datos que manejan los empresarios y los industriales, la emergencia sanitaria y los fenómenos naturales que sacudieron el país en 2020, causaron la pérdida de entre 800 mil y un millón de puestos de trabajo.
En medio de este panorama negativo, el número reducido de negocios que lograron sobrevivir tuvieron que emigrar hacia la informalidad. Y ésta es una realidad que afecta a las empresas legalmente constituidas, a la vez que profundiza la precariedad productiva y laboral en el país.
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Una publicación del Banco Mundial detalla que, hasta inicios de 2020, cerca del 60 por ciento de los puestos de trabajo en Honduras eran calificados como informales, particularmente en los sectores de servicios, agricultura y la industria.
En los años precedentes, específicamente en el período 2018-2019, la cantidad de empleos creados en la informalidad se incrementó en alrededor de quinientos mil.
Como efecto del covid-19, el porcentaje de los emprendimientos que han pasado a mayor riesgo o "cuanta propia", se elevó en diez puntos hasta llegar a 70 por ciento en 2021.
Los entendidos aseguran que este movimiento no es sano, sino que ha traído más dificultades y riesgos para la economía, para las finanzas y para las posibilidades de atender las demandas de la población en general.
En los últimos 15 años, la cifra de trabajadores informales se ha incrementado en más de 160 por ciento y en diez por ciento en último período de 12 meses.
Esto significa que los hondureños ya no encuentran espacio en las empresas formales, porque la economía no genera las oportunidades laborales necesarias, menos ahora que la pandemia ha desencadenado una crisis que no podrá superarse si no son adoptadas medidas profundas para la reactivación.
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