Así ha ocurrido, porque no se tomaron las previsiones del caso. Ahora nos encontramos en una etapa crítica que, a criterio de empresarios, industriales y expertos nos puede llevar a un "apagón" nacional sin precedentes.

Las autoridades de la estatal eléctrica han justificado que “la brutal ola de calor que azota al país y la prolongada sequía que afecta la región han provocado condiciones atípicas en el sistema eléctrico nacional”.

Para mayor perjuicio, el sobrecalentamiento y la sobrecarga de los circuitos ha generado una caída significativa en la generación de energía, tanto la de tipo renovable, como la producida con combustibles fósiles.

Mucho antes de que fuese decretada la emergencia energética, casi todas las regiones del país presentaban serios problemas por las prolongadas y sistemáticas interrupciones del suministro de energía eléctrica.

No se tomaron a tiempo las medidas para cubrir la demanda que se ha proyectado entre 12,287 y 16,000 gigavatios-hora para el período entre 2024 y 2031.

Los burócratas que están al frente de la ENEE insisten en que se encuentra en marcha la contratación de 1,500 megavatios de potencia como parte de las estrategias pensadas para enfrentar la actual circunstancia atípica.

La mayúscula preocupación está dada por el impacto de los “apagones” en la economía y en el aparato productivo. Sólo en el Valle de Sula, las micro y pequeñas empresas han reportado pérdidas de entre 10 y 15 millones de lempiras al día como resultado de la desconexión del fluido eléctrico por varias horas.

En términos relativos, la suspensión del fluido eléctrico por cuatro horas o más causa perjuicios del 30 por ciento a las finanzas de las empresas, lo que pone en vilo la economía del país, de por sí con signos de desaceleración.

Las medidas para gestionar adecuadamente la crisis energética no se tomaron a tiempo y, por añadidura, las dudas sobre la transparencia en los procesos de renegociación de contratos y licitación de potencia no están disipadas del todo; tampoco hay que tener como absoluta la excusa de que Guatemala, México, Ecuador y otros países también están en emergencia.

Las empresas y las industrias, lo mismo que los pequeños y medianos emprendimientos están en incertidumbre por el suministro irregular de energía, y el peligro de que la economía entre en una postración sin retorno, es algo que se da por sentado.

Ahora que Honduras está afectado de nuevo por una severa crisis energética, no puede ser demorada ni politizada la elaboración y puesta en ejecución de una estrategia dirigida al manejo de la actual emergencia que amenaza con ponerle la lápida a la economía nacional.