Las teorías económicas globales han llegado a la conclusión que el salario que se devenga a través de un empleo remunerado reduce entre un 30 y 50 por ciento los niveles de pobreza, mientras aporta significativamente al crecimiento económico de las naciones.   

De esto se trata nuestra insistencia, como medio de comunicación cuya finalidad es nada más la de orientar, proponer y desear el bien común del pueblo hondureño, y sobre todo, de los casi tres millones de compatriotas que no tienen trabajo. 

La generación de empleo masivo es una urgencia nacional, y además, la tabla de salvación para que en Honduras podamos sacar de la pobreza a ese 73 por ciento de la población que vive bajo el umbral de la cuasi miseria

El empleo y la formulación de estrategias y políticas públicas para la protección de las plazas existentes y la generación de nuevas fuentes de trabajo, tiene que ser en Honduras, como debió haber sido siempre, una prioridad de país. 

Mientras la tasa de desempleo abierto de Guatemala es de 3.0 por ciento, el desempleo abierto total  de Honduras, al primer semestre del 2023, es de casi un 9 por ciento. Toda una tragedia humana que sume en la pobreza a un millón 800 mil jóvenes  que no logran ni lograrán insertarse en la fuerza laboral para así seguir estudiando. 

Toda una tragedia de país cuando más del 44 por ciento de la Población Económicamente Activa de Honduras  no tiene un empleo.

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La tragedia hondureña,  fiel reflejo de la condición humana de nuestra clase política gobernante que no le importa ni le importó nunca que aquí creciera en un cuarto de millón la cantidad de hondureños desalentados, es decir, sin esperanza de conseguir un empleo calificado y remunerado.

Mientras en El Salvador las autoridades del hermano país lograron en el último año bajar a un 1.3 por ciento su tasa de desempleo abierto, aquí, el gobierno, le daba el tiro de gracia a la Ley de Empleo por Hora que por lo bajo generaba unos 700 mil puestos de trabajo, que en su mayoría se perdieron al ser liquidada la especial normativa laboral.

¿Cómo serían de diferentes las cosas en el país si las actitudes de los políticos estuviesen alineadas a los grandes intereses de la nación y del bien común?. Sin duda, que “otro gallo nos cantaría” si nuestras clases gobernantes estuviesen comprometidas con el bienestar colectivo, la democracia inclusiva, con un pacto social y con el desarrollo económico.

Para poner fin a la pobreza y promover la prosperidad compartida, obviamente, necesitamos una clase gobernante enfocada y asertiva, clara,  para que pueda identificar primero qué es una prioridad.

Un nuevo orden ejecutivo y gerencial que en segundo lugar, defina acertadamente políticas públicas macroeconómicas, un marco legal que promueva la inversión nacional y extranjera, que proteja los derechos de propiedad, que haga cumplir los contratos, y sobre todo, que adopte regulaciones minuciosamente diseñadas para incentivar a la gran y pequeña empresa en sus esfuerzos de crecer y crear miles de fuentes de trabajo.

Si en lugar de andar por ahí, solidarizándose con sistemas políticos totalitarios y colapsados, se comprometieran a sacar del desaliento laboral a más de 250 mil compatriotas que ya perdieron la esperanza de conseguir una “chamba”, calificada y remunerada, Honduras estaría avanzando a un entorno económico promisorio, sentando las bases para fomentar la productividad, el crecimiento y la generación masiva de empleo. 

Así es que se podría bajar también ese nivel de conflictividad social y de ingobernabilidad que ha precarizado y debilitado la democracia.

Escalar a ese nivel nos permitiría como sociedad alcanzar un pacto social por el crecimiento elevado y persistente, que nos lleve a niveles más altos de bienestar y equidad, única forma de construir y hacer perdurable una democracia auténtica, moderna y participativa.

El gobierno debe entender que es fundamental empoderar un sector privado productivo pero honesto, a fin de que éste, en condiciones y garantías, pueda crear la cantidad de empleos productivos y bien remunerados que se necesitan para contener la pobreza y ensanchar esos deprimentes indicadores de indigencia y miseria.

Priorizar es la orden del día, y priorizar la generación de empleo masivo es la hoja de ruta.  Honduras no podrá crecer de otra forma si no es generando puestos de trabajo que ayuden a reducir la pobreza y mejoren los ingresos de los hogares.

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