De nuevo estamos en el ciclo del desabastecimiento, la especulación, una aguda crisis alimentaria y el riesgo de una hambruna con raíces profundas.

Las lluvias han causado cuantiosas pérdidas en importantes rubros como el banano, la palma africana y el café, pero resultan alarmantes los daños reportados en los frijoles y el maíz, dado que son los dos productos esenciales de la dieta de los hondureños.

El trabajo en el campo desfallece en nuestro país, no únicamente por las lluvias que han ocasionado estragos, también porque los productores no tienen acceso a asistencia técnica ni crediticia que les permita hacer fructificar la tierra.

El volumen de la cosecha que se había proyectado no será alcanzado. De 15,000 manzanas que inicialmente se programó para ser cultivadas, al final la labor se redujo a 12,000 manzanas.

Es la historia de siempre: la falta de una estrategia de seguridad alimentaria, de un plan integral de apoyo a los cultivadores y de un programa de previsión ante las contingencias.

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En el caso específico de los frijoles, desde hace varias semanas los productores habían advertido acerca de la falta de suficiente provisión para que el mercado doméstico cubriera la demanda.

Los cultivadores se tropezaron con la resistencia de las instituciones del sector público agrícola de fijar un precio justo de garantía; además, el exagerado costo de los insumos y la disponibilidad ficticia o engañosa de fondos que prometió el Gobierno en apoyo a la producción nacional.

Como ocurre de manera periódica, gran parte de la existencia del grano fue comercializada con intermediaros de países vecinos a un precio más alto que el propuesto localmente.

Muy tarde determinaron las autoridades hondureñas el cierre de las fronteras para evitar la salida de frijoles, especialmente a El Salvador, y que los coyotes inescrupulosos se dieran a la tarea de acaparar la reserva. ¡La fuga del grano se ha producido; en Honduras no hay frijoles!

Es inútil que nuestros funcionarios salgan a última hora a los mercados y a las ferias del agricultor para verificar el precio de los granos básicos

Vacías son las amenazas de hacer caer todo el peso de la ley a los intermediarios que especulan con los precios en desmedro de la población que cada vez tiene mayores dificultades para acceder a los alimentos. Históricamente, estas advertencias han terminado en puras palabras sin acciones ejemplarizantes.

No son exageradas las advertencias que apuntan que estamos a las puertas de una escasez de alimentos, no sólo de frijoles o de maíz, sino de una carencia generalizada.

Impávidos parecen estar los funcionarios ante la crisis que se nos viene encima. Quizá estamos ante la debacle del sistema productivo, el debilitamiento mayor de las actividades del campo, una profunda inseguridad alimentaria y la condena de los pobres a la hambruna.

¡Es urgente la reactivación y el fortalecimiento del sector productivo!

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