El conjunto de los bienes y servicios que se espera que sean producidos en 2021 se calcula en 689 mil millones de lempiras que correspondería a un crecimiento económico de entre 4 y 4.5 por ciento.

Para los referentes de opinión pública, las estimaciones oficiales sobre los principales indicadores económicos no son reales, porque no reflejan las graves dificultades que enfrenta el país y los traspiés que se avizoran para el período inmediato.

Los cuestionadores de la forma cómo se da respuesta a la presente contingencia dicen que las proyecciones de crecimiento de la economía y otras variables son “muy optimistas”.

El gobierno ha previsto que al término de este año el Producto Interno Bruto (PIB), caerá entre siete y ocho por ciento; sin embargo, observará un crecimiento promedio de 4.5 por ciento en 2021.

Antes de la emergencia, el país atravesaba por una situación comprometedora y se encaminaba rápidamente a una recesión económica.

Dos mil diecinueve cerró con un crecimiento de alrededor de 2.5 por ciento, inferior a la dinámica que había mostrado en 2018, cuando el Producto Interno Bruto se incrementó en 3.9 por ciento.

En los años 2012 y 2017 el PIB tuvo un movimiento hacia arriba entre 4.1 y 4.8 por ciento. En el lapso entre 2006 y 2009 se dieron dos condiciones encontradas.

En 2006 y 2007, el PIB creció entre 6.6 y 6.2 por ciento, los más altos en los últimos 14 años. Pero, a consecuencia de la crisis política de 2009 que afectó todos los órdenes de la vida nacional, la generación de riqueza retrocedió y se situó en un porcentaje negativo de 2.1.

En promedio, la economía ha mostrado un crecimiento promedio de tres por ciento. De ahí que los conocedores de las finanzas se pregunten: ¿Cómo es que el país crecerá en casi cinco por ciento en 2021 en tiempos de crisis si no llegó a esos niveles en circunstancias normales; es decir, sin pandemia?

Un documento formulado por la Secretaría de Finanzas y llamado “Lineamientos de Política Presupuestaria 2021-2023”, prevé para el ejercicio fiscal del año próximo un crecimiento entre cuatro y 4.5 por ciento, un Producto Interno Bruto nominal de 689,000 millones de lempiras, una devaluación de cinco por ciento y una inflación entre tres y cinco por ciento.

En ese informe se establece, como uno de los objetivos centrales, la puesta en marcha de medidas de disciplina fiscal para lograr la contención y reasignación del gasto.

También se subraya la necesidad de crear un espacio para los egresos de dinero dirigido a la atención de la crisis y facilitar el cumplimiento de la Ley de Responsabilidad Fiscal con alcance a 2022 sin descuidar el gasto social y la inversión en infraestructura a mediano plazo.

La crisis derivada de la pandemia se explica por una disminución de la actividad productiva, la caída de los precios internacionales, la interrupción de las cadenas de valor, la menor demanda de servicios de turismo, la reducción de las remesas y el empeoramiento de las condiciones financieras mundiales.

El informe “Lineamientos de Política Presupuestaria” destaca que las medidas para revertir los efectos de la emergencia sanitaria en Honduras deberían estar dirigidas a los sectores de desarrollo económico, infraestructura productiva, progreso social, prevención y seguridad y gobernabilidad y fortalecimiento institucional.

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