Los expertos aseguran que la pandemia en Honduras se salió se control y que no hay adónde ir.

A la luz de las evidencias, así es. Todo se volverá más difícil si no se toma el rumbo correcto, mediante una estrategia que incluya la vacunación masiva, la concienciación de la población acerca de las medidas de bioseguridad y la diligencia del gobierno para administrar la urgencia sanitaria.

Honduras está en la cola de los países que menos han recibido lotes de vacunas, el que ha alcanzado la menor relación de inoculantes por cada cien personas y, en general, el que ha enfrentado de la peor manera la pandemia.

Hasta finales de la semana pasada, el país contabilizaba alrededor de 58,000 dosis que son correspondientes con 0.58 por cada cien habitantes, en tanto Costa Rica alcanza una relación de 12; El Salvador, una proporción de cuatro; y Guatemala, gira entorno a uno por cada cien personas.

Además de no haber actuado a tiempo para gestionar la recepción, distribución y aplicación de los compuestos biológicos, el tema se la inmunización masiva de los hondureños se ha caracterizado por la incertidumbre y secretividad.

Un acuerdo publicado en el diario oficial La Gaceta apunta que se ha clasificado como “información reservada” durante 10 años todo lo vinculado con el contrato de suministro para la adquisición de vacunas anti-covid, suscrito entre la Secretaría de Salud y la empresa mercantil “Humans Vaccine”, legalmente constituida conforme a las leyes rusas.

Se sabe que el nuevo virus se ha diseminado y recrudecido su incidencia en todo el país, pero el mayor porcentaje de pacientes hospitalizados, graves y críticos, se encuentran en Francisco Morazán, Olancho, San Pedro Sula, El Paraíso, Copán y Valle.

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A nivel nacional, más de mil pacientes están internos, el 40 por ciento de ellos en condición grave y la séptima parte en estado crítico, en unidades de cuidados intensivos.

De hecho, no solamente los establecimientos asistenciales de Francisco Morazán y Cortés están rebasados, sino los hospitales regionales que nunca fueron robustecidos en más de un año que lleva el país bajo el acecho de la peste.

La proporción de diagnósticos positivos se ha incrementado en un 50 por ciento, inclusive entre la población de menores de edad, particularmente en el Distrito Central y en Ojojona, en Francisco Morazán.

Los especialistas que diariamente libran la batalla contra la pandemia, han expresado su alarma, porque el número de infectados crece, en tanto se reducen los espacios en los hospitales y los centros de triaje cierran sus puertas o limitan su cobertura por falta de recursos y de personal de salud.

En San Pedro Sula, Cortés, no será sino hasta dentro de dos semanas que entrará funcionamiento la tercera unidad de triaje y en El Paraíso, las autoridades municipales han recortado las partidas para diversas obras, con el fin de asumir el pago de los especialistas que atienden a los enfermos.

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En Francisco Morazán, el centro de evaluación en Ojojona ha sido reabierto, en Choluteca se han enfocado acciones en la operación de un laboratorio para el diagnóstico de Covid y en El Paraíso se ha alzado la cantidad de casos, en contraposición con ma limitada planta de médicos y enfermeras.

En el departamento de Lempira, en la zona occidental del país, el diagnóstico de pacientes positivos se ha elevado en 50 por ciento.

Frente al hecho cierto de que no existe una contención del virus, los especialistas se han pronunciado a favor de invertir recursos en la contratación de vacunas, en lugar de permanecer a la espera de donaciones a través del esquema Covax de la Organización Mundial de la Salud. Porque solamente la inoculación de la población puede abrir la alternativa de disminuir la celeridad con que es propagada la pandemia que ya deja más de 200,000 casos positivos y arriba de los 5,000 muertos.