Los miembros de la familia mormona de apellido LeBarón, asesinados en el lado mexicano de la frontera con Estados Unidos, llevan años enfrentados a los carteles de la droga en México.

En la masacre, ocurrida la noche del lunes 4 de noviembre, entre los estados de Sonora y Chihuahua, murieron  9 miembros de esa familia: tres mujeres, cuatro niños pequeños y dos bebés. Todos eran tanto ciudadanos estadounidenses como mexicanos. Los vehículos en que viajaban fueron emboscados, tiroteados y luego incendiados con las víctimas dentro.

Kendra Lee Miller, cuya cuñada Rhonita Maria Miller murió en el ataque, dijo: “Los carteles se han llevado a demasiados miembros de nuestra familia” y los asesinados el lunes “no fueron los primeros”.

La historia de conflicto de la familia LeBarón con los carteles mexicanos de la droga puede indicar que la familia era su objetivo, dijo a CNN el excanciller mexicano Jorge Castañeda.

“Se habían enfrentado a los carteles de la droga y tenían ciertas fricciones con los carteles o con las comunidades vecinas sobre los derechos del agua”, dijo Castañeda.

El exministro también dijo que la comunidad de LeBarón había estado recibiendo la protección de 90 policías federales estacionados en la comunidad desde 2011 debido a las tensiones entre la familia y los carteles.

En una conferencia de prensa el martes 5 de noviembre por la mañana, el ministro de Seguridad mexicano, Alfonso Durazo, dijo que el ataque pudo haber sido un caso de identidad equivocada de “grupos en conflicto en el área”.

Los miembros de la familia LeBarón se describen a sí mismos como parte de una comunidad mormona de aproximadamente 3.000 miembros, que viven en su propia comunidad agrícola en México.

Fuente: Globovisión