Es alto el riesgo de que la población sufra las consecuencias de un desabastecimiento de granos básicos, especialmente de frijoles en el presente período.

Dirigentes de organizaciones defensoras de los consumidores han recomendado a la población crear su reserva de alimentos ante los pronósticos de baja cosecha y de inmoderada inflación.

Las proyecciones para este año son particularmente grises, en especial para cerca de siete millones de hondureños que se encuentran en pobreza y que no pueden financiar sus necesidades de alimentación.

Además, este sector es el que padece los efectos más rudos de la inseguridad alimentaria y del alto costo de vida, un índice que para finales de 2022 se espera que se sitúe entre ocho y nueve por ciento.

Los cultivos para el ciclo de primera que normalmente tienen lugar entre el 15 de mayo y el 15 de junio están en peligro de no darse en fruto, porque el volumen de las precipitaciones disminuirá considerablemente en el sexto mes, lo que afectará las actividades agrícolas.

Dichos pronósticos coinciden con los análisis realizados por organismos especializados, en los que se proyectan unas  condiciones no tan favorables para las labores del campo.

Sumado a las caprichosas condiciones climáticas que influirán en una disminución en el volumen de la cosecha, se da por sentado que en el período junio-agosto de 2022 la pérdida de la capacidad de la población para adquirir los alimentos de primera necesidad será más acentuada.

Los informes de especialistas destacan que en los meses de junio, julio y agosto se presentarán los mayores incrementos en el valor de los productos de consumo básico.

Coincidentemente, en este período es cuando descienden las reservas de granos básicos, especialmente de maíz y de frijoles, lo que -a su vez- acentúa la llamada "hambre estacional".

Los vaticinios son sombríos para el período junio-agosto y tienen que ver con dos hechos: el primero es que los productos de la canasta básica experimentarán un alza en su coste; el segundo es que la provisión de alimentos en los hogares se va a agotar en mayor o menor grado.

Cuando el invierno es normal, Honduras ha reportado una cosecha de entre 10 y 12 millones de quintales de maíz y de tres millones de quintales de frijoles. El problema es que cada año el volumen de lluvias es más escaso y, con ello, la producción agrícola desciende progresivamente.

Este año se añaden otros obstáculos: El exagerado ascenso en el precio de los insumos, la ausencia de programas sostenidos de ayuda financiera y técnica para los agricultores, así como la inestabilidad en el mercado internacional de las materias primas a causa de la invasión rusa a Ucrania.

En el segundo semestre de este año al menos tres millones de pobladores entrarán en inseguridad alimentaria en sus grados de emergencia y crisis, especialmente en Gracias a Dios, La Paz, Lempira, Santa Bárbara, Intibucá, Cortés, Francisco Morazán, Yoro y Olancho.