El 2022 es un año en el que se han centrado mayores expectativas para la generación de empleo. En 2021 solamente el 15 por ciento de los puestos laborales perdidos a causa de la pandemia fueron recuperados.

De acuerdo con cifras registradas por empresarios y economistas críticos, la emergencia sanitaria heredó medio millón de desempleados y más de 700,000 personas se desalentaron y dejaron de buscar fuentes de trabajo.

Al menos millón y medio de hondureños están desempleados y para satisfacer la demanda de fuentes laborales se necesitaría una inversión de 10 mil millones de lempiras.

Hondureños buscan día con día empleo en el país. Foto: El Tiempo.

Pequeñas y mediana empresas expresan preocupación

Dirigentes de las pequeñas y medianas empresas, que son el sector que crea la mayor cantidad de plazas laborales, han manifestado su preocupación por las condiciones adversas que se ciernen sobre los desocupados.

En el caso específico de los emprendedores, su propósito para 2022 era recuperar los espacios perdidos a causa de la pandemia, generar más trabajos y avanzar en la reactivación económica.

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Pero sus expectativas no son tan optimistas por diversos factores: Los costos de producción tienden a incrementarse por el ajuste en las tarifas de la ENEE, la inflación se ha disparado, la moneda sigue deslizándose y las finanzas del país están en franco desbalance.

Nueve de cada diez hondureños de la población económicamente activa tienen problemas de empleo y esta situación les arrastra hacia la pobreza.

El cierre o suspensión de plazas de trabajo, como resultado de la pandemia y de los eventos naturales, ha provocado que la mayoría de los hondureños perdieran su fuente de ingresos mínimos para satisfacer sus necesidades.

Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) confirma que el 90 por ciento de la población tiene dificultades laborales, una circunstancia que también influye en la elevada tasa de pobreza y miseria en Honduras, la más crítica a nivel de Centroamérica.

Todo esto es el reflejo de la debilidad estructural de la economía del país, que siempre ha oprimido a la mayoría de la población, pero que -a resultas de la crisis de salud de 2020- se acentuó mucho más.

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