Con el fin de evitar el declive estructural de la educación hondureña, se han formulado varios escenarios sobre el posible retorno de los estudiantes y de los docentes a clases.

Un análisis de la Universidad Pedagógica Nacional concluye que es difícil prever cuándo se podrían reabrir las escuelas y colegios en la modalidad presencial y visualiza cuatro caminos a seguir.

El primero está referido a la suspensión de actividades educativas durante todo el período de confinamiento y en la reposición de clases a final del año; esto es, en las vacaciones de diciembre de 2020 y enero de 2021.

Se supone que la pandemia disminuirá en su incidencia en los próximos meses y será posible, entonces, reanudar las actividades académicas normalmente en junio de 2020, con las medidas sanitarias.

La segunda hipótesis está asentada en la aplicación temporal de estrategias virtuales y el regreso gradual a la asistencia física en la segunda mitad de este año.

En este caso, se presume que la pandemia bajará su curva y que los niños y los jóvenes podrán volver a los centros bajo parámetros mínimos de bioseguridad.

Las actividades virtuales continuarían durante el toque de queda para ordenar el trabajo realizado en marzo y abril. El regreso a las clases ocurriría de manera escalonada.

En un tercer supuesto, se daría ejecución a un programa de retorno progresivo, en una combinación de estrategias en línea con materiales impresos.

Los alumnos y maestros trabajarían en modalidades simultáneas. En las regiones donde existe conectividad se desarrollarían los contenidos curriculares hasta que la pandemia disminuya sus efectos. Pero en aquellas zonas donde el acceso a las plataformas en línea es limitado, se propone que el regreso de los estudiantes sea en mayo y de forma paulatina, alterna y distribuida por grados.

En la cuarta de las opciones, el estudio de la Universidad Pedagógica destaca la adopción del calendario estacional y desarrollo de materiales educativos “autodidácticos”.

En este marco, se presume que se presentarían períodos de rebrotes o reinfecciones, circunstancia ésta que impediría normalizar las clases presenciales por el resto de 2020 y parte de 2021.

Se adoptaría, bajo este supuesto, una jornada de septiembre a junio bajo un modelo semi-presencial. Entre mayo y agosto, los maestros participarían de un plan de capacitación en estrategias de enseñanza-aprendizaje virtuales y uso de materiales “auto formativos” en aquellas comunidades donde no hay acceso a las herramientas tecnológicas.

No será fácil normalizar el proceso de enseñanza-aprendizaje en Honduras, porque el país presenta un profundo retroceso en la cobertura y calidad, una situación que se ha profundizado en la actual cuarentena.

El reto de acomodar las estrategias educativas es mayor para el sector público y todavía más importante en el caso de los centros de enseñanza de las zonas rurales, donde la brecha es más profunda.