El ala del Partido Nacional en la Cámara Legislativa ha recibido una lluvia de acusaciones de parte de los legisladores en la oposición, quienes afirman que las sesiones virtuales son un mecanismo utilizado por el Gobierno para aprobar leyes encaminadas a vender el patrimonio hondureño.

Esto es una manifestación de las confrontaciones que tienden a profundizarse conforme se acerca la fecha de inicio de la campaña proselitista que culminará con los comicios del último domingo de noviembre.

Como es conocido, las bancadas de los partidos Liberal, Libre y Alianza Patriótica anunciaron su retiro de los debates en la distancia, porque -según arguyen sus miembros- éstos han sido aprovechados para alentar un  "desenfreno legislativo" de consecuencias negativas.

Los principales líderes y dirigentes del partido en el poder han salido en réplica y afirmado que los dichos de sus rivales políticos tienen ribetes sectarios.

La polémica está encerrada estos días en el tema de la división de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), en tres rubros: generación, distribución y operación, lo cual es visto como un paso previo para destruir la estatal y entregarla a manos privadas.

En fecha reciente, los mismos grupos disidentes denunciaron la sospechosa aprobación de un proyecto que da en concesión por 25 años de una terminal marítima en Omoa, Cortés.

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Los opositores políticos concluyen que, a pocas semanas para que se realicen las elecciones generales, el Gobierno libra una carrera contra el tiempo, con el objetivo de introducir a "matacaballo" todas las leyes que necesita aprobar para beneficio de tales o cuales grupos económicos y políticos afines.

La "incontinencia legislativa" que los grupos críticos sostienen que se trata de una obra del Gobierno del mandatario Juan Orlando Hernández y de los diputados nacionalistas, es una de las puntas de lanza de la intensa actividad política que vive Honduras.

Se avizora que los partidos políticos que pretenden salir favorecidos en las justas de finales de este año, apuntarán su arsenal hacia los nacionalistas en dos direcciones: Acusar al Gobierno de estar ofreciendo en fragmentos al país para hacer pingües negocios, y exponer a los principales líderes azules, presuntamente marcados por la justicia de Estados Unidos.

Los nacionalistas tienen entre los puntos en contra el desgaste en el poder que han ejercido por más de una década, pero la ventaja que la oposición aún No ha establecido un bloque graníticamente unido.

Los liberales No han podido cerrar las grietas que dejó el proceso interno; en LIBRE No encaran una división abismal, aunque Sí algunas situaciones controversiales como las protagonizadas por el aspirante Salvador Nasralla, quien ha acusado al defenestrado presidente, Manuel Zelaya, de haberle vendido por 70 millones de lempiras y de haber causado muchas muertes en su andar político.

Y las fuerzas minoritarias, más bien se han fortalecido como "partidos bisagra" con un insignificante peso en los procesos político- electorales de Honduras. El ruedo está listo para una intensa actividad proselitista que tiene lugar en circunstancias extraordinarias, debido a la pandemia que ha generado una profunda crisis económica y social.

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