Quinientos ochenta y nueve (589) casos de abuso sexual y 112 expedientes de violación especial en perjuicio de menores conoce el Ministerio Público. Se proyecta que antes que finalice 2022, la Fiscalía tendrá 900 casos en etapa de investigación.

Los datos de la Fiscalía señalan que la institución que ejerce la acción penal da recepción cada mes a un promedio de nueve o diez hechos relacionados con delitos en sus distintos grados, en menoscabo de los niños.

La sociedad está llegando a un inimaginable grado de perversión. Los menores son, justamente, las víctimas de actos de mayor crueldad; casi todos quedan en la impunidad y un mínimo número es conocido a través de las denuncias presentadas por los familiares de los agredidos.

El más reciente de los monstruosos episodios es el de un individuo que abusó sexualmente de su pequeña hija de solo dos años en San Pedro Sula, Cortés.

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Altamente condenable es que las instituciones de seguridad, las agencias de investigación e inteligencia demuestren una limitada capacidad para resolver estos casos, con el fin de que -por lo menos- el brazo de la justica alcance a los culpables.

Los cuestionamientos caen, asimismo, sobre las autoridades de las instituciones gubernamentales y los representantes de organismos no gubernamentales que, en el pasado y en el presente, han tomado como bandera la defensa de los derechos de la niñez, pero que en realidad sus acciones son vacías o tienen la única finalidad de justificar sus cuotas de incidencia social.

La crueldad, las agresiones y la discriminación de que son objeto los menores de edad en Honduras, son testimonio claro de miseria humana.

Son signos de un estado de descomposición de la sociedad hondureña, pero que es necesario corregir para que en el país no se imponga el salvajismo contra la niñez.

Porque no es justo que los niños estén expuestos a riesgos de todo tipo y que sigan siendo el blanco de la criminalidad, de los abusos, del desamparo y del descuido de parte de sus mismos familiares, de la sociedad y de los gobernantes.

¿Es posible terminar con la violencia contra los menores? La falta de acciones frente a la problemática de la niñez hondureña es manifiesta y esto se convierte en una desgracia para un país que tiene su mayor activo en las nuevas generaciones.

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