Las negociaciones sobre el nuevo salario mínimo serán difíciles y atípicas como resultado de la crisis económica inducida por la plaga del covid-19.

Autoridades de la Secretaría de Trabajo esperan que se abran espacios de diálogo en las reuniones a las que serán convocados los dirigentes obreros y los empresarios dentro de pocas semanas.

Los trabajadores se pronuncian a favor de que sus derechos sean reconocidos en correspondencia con la crisis causada por la pandemia que les ha impactado y que solamente en el sector de las pequeñas y de las medianas ha generado la pérdida estimada de 300 mil empleos.

Los expertos economistas juzgan que el gobierno ha enviado un mal mensaje al haber aprobado ajustes diferidos para los burócratas, pues la clase obrera espera que los beneficios sean generalizados.

No será fácil que los trabajadores y los empresarios lleguen a consensos sobre un aumento salarial. Las condiciones en que se encuentra la economía no son buenas. Muchas empresas siguen cerrando y más puestos de trabajo están en la cuerda floja.

El desempleo abierto en Honduras es de 5.7 por ciento, según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas. Funcionarios de la Secretaría de Trabajo estiman que dicho porcentaje será superado sustancialmente al final de este año hasta alcanzar el 13 por ciento; es decir, un aumento de siete puntos.

Gracias a los acuerdos alcanzados a finales de 2019 por las partes, el 1 de enero de este año entró en vigencia un incremento en el salario mínimo de entre los 300 y los 800 lempiras.

El rubro de las actividades financieras, bienes inmuebles y servicios prestados a empresas,es el que observó el incremento más sustancial en el salario mínimo con un rango de pago entre 9 mil 600 y 12 mil 300 lempiras mensuales.

En el escalón inmediatamente inferior aparecía la categoría de la electricidad, gas y agua, para cuyos empleados fue aprobada una remuneración que varía entre 9 mil 500 y 12 mil 200 lempiras.

La categoría de transporte, almacenamiento y comunicaciones, contemplaba -de su parte- un salario mínimo que va desde 9 mil 400 lempiras y 12 mil 100 lempiras.

Similares beneficios fueron determinados para los rubros de construcción, comercio, restaurantes, hoteles, renglones económicos éstos donde los asalariados recibían hasta ahora una suma mensual que varía entre 9 mil 300 y 12 mil lempiras.

En las actividades que tienen que ver con la explotación minera, servicios comunales, seguridad, limpieza, labores en hospitales y con la industria manufacturera tienen vigente una escala de 9 mil hasta 11 mil 400 lempiras cada mes.

Los obreros que menos ganan en Honduras son los que prestan su fuerza en las tareas de agricultura, silvicultura, caza y pesca. Los salarios de piso van desde 6 mil 700 a 8 mil 200 lempiras.

Las alzas en el salario mínimo están plasmadas en el papel. Pero en la realidad, dicha tabla no se cumple. Los registros históricos señalan que entre el 40 y el 60 por ciento de las empresas no hacen efectivo este mandato, mucho menos después de la debacle causada por el covid.

Las condiciones económicas del país, en general, no son halagüeñas. La disponibilidad de fondos por parte de la mayoría de la población se ha visto reducida por la desaceleración en que cayó la economía antes de la plaga y por el derrumbe sufrido por el aparato productivo como resultado del covid.

La aprobación de un nuevo incremento en la remuneración base en las condiciones actuales parecen muy inciertas. Y si las negociaciones en los años anteriores entre los representantes de capital y de la fuerza de trabajo han sido enredadas, esta vez lo será mucho más. El punto de inflexión está en la voluntad de cada sector (empresarios, obreros y gobierno) de pagar su cuota de sacrificio en tiempos de dificultades.

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