La Selección hondureña no pudo mantener el invicto ni clasificar en primer lugar de su grupo en esta vigente Copa Oro y, por lo tanto, será oponente de México en la siguiente fase de cuartos de final.

Las lesiones sufridas, las obligadas sustituciones en la plantilla original, los exámenes anticovid positivos y la impactante noticia que el entrenador Fabián Coito también era afectado por el temido coronavirus, fueron pesados lastres en la mochila de las responsabilidades que los jugadores debían cargar para afrontar el duelo ante Qatar.

Y tales factores se reflejaron durante el primer tiempo de aquel juego que desplazó a los nuestros al segundo lugar de la tabla.

Ya en Phoenix, y tras una rápida vuelta de página, el grupo tiene a México como objetivo, consciente del poderío e influencia del adversario.

Pero con otro tipo de estímulo que fue creciendo en Houston después del último partido del grupo y antes de viajar a Arizona.

Y ese incentivo anímico se traduce en el acentuado compromiso con el director técnico tras la traumática información de su enfermedad. Con su orientador alejado de los entrenamientos y del estadio, y superada la etapa del impacto emocional que incidió en el juego ante los asiáticos, los futbolistas hondureños multiplicarán en el campo su carácter y personalidad con el claro objetivo de reivindicar el trabajo que por mucho tiempo ha dirigido Coito.

Entiendo que este elemento obrará como acicate ante los aztecas y será una de las fortalezas del equipo.

Las lesiones de Romell Quioto y Maynor Figueroa, y los reparos que deben tener para su eventual inclusión este sábado, pueden ser las debilidades deportivas que deben afrontarse.

México no ha cumplido un gran torneo en la fase de grupos. El empate ante Trinidad y Tobago fue un freno al impulso con que llegaron a esta Copa e influyó en sus siguientes presentaciones. Pero es México (…) y solo su nombre merece respeto y prudencia.

Habrá una notoria diferencia en la presión externa que deben soportar ambas escuadras, y en ese sentido, nuestros rivales sentirán pesadas sus piernas si el trámite del juego no es el más conveniente a sus intereses.

La posibilidad de un complemento de treinta minutos de prórroga en caso de empate en los noventa, también pondrá a prueba la entereza física de los protagonistas. Confiemos, y alentemos la idea que Honduras hará su mejor exhibición… ¡por ellos, por nosotros, por Coito!

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