¿Consiste la democracia abrir sin límites la participación de los partidos políticos? En todo caso: ¿Se trata de una democracia electorera o participativa?

Los comicios han pasado de ser una fiesta cívica a una confrontación descarnada entre candidatos y partidos. La violencia política se ha impuesto sobre el debate alrededor de un plan de país, particularmente en el presente proceso electoral.

Algunos analistas locales estiman que en Honduras se ha privilegiado el poder del pueblo ejercido por delegación y que prueba de ello es que se ha permitido la participación de cuantas fuerzas políticas han sido creadas.

En sentido opuesto, politólogos que se han dedicado a estudiar la vida institucional del país, son del criterio que la mayoría de las agrupaciones que han surgido en la última década no han tenido aporte alguno a la democracia, sino que se han convertido en un peso para los hondureños.

De 1981 a 2021, el número de partidos políticos en contienda tuvo un crecimiento de 350 por ciento. Entre 1981 y 1993, la pugna la mantuvieron cuatro partidos, de 1997 a 2009, entraron en la pelea cinco instituciones.

Entre 2013 y 2017, subió a 10 la cantidad de fuerzas partidarias legalmente reconocidas y para los comicios del 28 de noviembre de 2021, son 14 las instituciones políticas que intervienen en el ruedo.

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Hasta 1993 los electores acudieron a las urnas para pronunciarse a favor o en contra de los candidatos de los partidos Nacional, Liberal, Democracia Cristiana e Innovación y Unidad (PINU).

A partir de 1997, se sumó el Partido Unificación Democrática a la vida electoral de Honduras y en los procesos de 2013 y 2017 se presentaron tres partidos políticos más: Libertad y Refundación (LIBRE), Anticorrupción (PAC), y Frente Amplio Político Electoral en Resistencia (FAPER).

En ocasión de la consulta de este año a la que están convocados más de cinco millones de hondureños, están en pugna 14 institutos políticos: Libertad y Refundación (LIBRE), Nacional, Liberal e Innovación y Unidad  (PINU).

También toman parte Democracia Cristiana, Unificación Democrática, Anticorrupción, Alianza Patriótica, Frente Amplio, Vamos-Movimiento Solidario, Nueva Ruta, Salvador de Honduras, Liberación Democrático y Todos Somos Honduras.

Los partidos emergentes no han logrado movilizar masivamente el voto de los ciudadanos. Se han quedado "enanos" y sin una contribución sustancial a la democracia ni al reclamo de los hondureños.

Desde el retorno de Honduras a la institucionalidad en 1981, hasta la justa de 2017, las papeletas contabilizadas por las instituciones partidarias pequeñas, en su conjunto, han ido de 50,000 a 68,000 sufragios, y de 90,000 a un poco más de 100,000 votos en todos los niveles electorales.

¿Es la democracia participativa una simple fórmula para hacer posible el parto de partidos políticos que no logran crecer y que se convierten en los "enanos de la democracia"?