Los gobernantes que quieren seguir en el poder están obligados a estudiar y comprender los giros que se están dando en los sectores de la derecha y de la izquierda.

Ninguno de estos polos ha respondido a las demandas encaminadas a mejorarlas condiciones sociales y económicas de la población que también pide mayor legitimidad en el ejercicio del poder, han señalado politólogos entrevistados por HRN.

De acuerdo con sus criterios, los grandes enemigos de estos países -sobre todo de las naciones más pobres como Honduras- son el narcotráfico, la impunidad y la corrupción.

Los hondureños han vivido duras situaciones políticas en la última década. Las heridas abiertas tras el golpe de 2009 y del proceso de reelección de 2017 no han sido cerradas.

La Honduras de hoy está cada vez más lejana de encontrar un entendimiento para emprender la ruta hacia la construcción de una visión de país.

Las posiciones son irreconciliables, la gobernabilidad tambalea y cada vez son más las voces que se hacen escuchar para solicitar que se dote de autenticidad a la frágil democracia hondureña.

Tratadistas nacionales se han pronunciado a favor de que la clase política hondureña tome nota de las revueltas en varios países de América del Sur como son los casos más recientes de Bolivia y de Chile.

Análisis de coyuntura elaborados con el objetivo de desmenuzar lo que ocurre en la administración del Estado coinciden en que en Honduras se debe evitar el riesgo de alimentar un caldo de cultivo de una mayor inconformidad.

Un documento de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras hace énfasis que en el país se han acumulado varios hechos que "incrementan los niveles de desconfianza y profundizan la falta de legitimidad".

En ese mismo texto se cuestiona que quienes dirigen los Poderes del Estado toman decisiones que, lejos de revertir la situación de incertidumbre y la pérdida de rumbo, ahondan la "crisis de legitimidad" y debilitan el Estado y sus instituciones.

Hay que reflejarse en los traumáticos momentos que viven muchos pueblos de América Latina, donde crece el descontento y suben de volumen las voces que exigen reformas significativas e integrales.