Si la crisis originada por la propagación del nuevo virus se profundiza, el sistema educativo recibiría un impacto mayúsculo.

Los expertos calculan que la depresión económica del país llevaría a una emigración entre 35,000 y 40,000 estudiantes del sector privado al público, debido a que sus padres no podrían financiar su formación.

La enseñanza privada tiene una población que se estima en 83,000 niños y jóvenes. Cada año los establecimientos que se rigen bajo esta administración registran un crecimiento entre 2,000 y 2,500 estudiantes.

En el caso de estos discípulos, el problema no está centrado en el limitado acceso a la Internet o en las barreras que sí existen entre los docentes y los alumnos de los centros educativos del sector público.

El inconveniente radica más bien en que la postración en que han caído todos los rubros productivos, un porcentaje grueso de padres de familia ha visto retroceder su capacidad de financiamiento de los estudios de sus pequeños.

Los expertos han logrado establecer que si las actuales circunstancias no son libradas y no vuelven a la normalidad, entre el 40 y el 50 por ciento de los menores tendrían que pasar desde sus instituciones privadas a las aulas de clase estatales.

Para esta masa de educandos representaría un cambio traumático, pues las condiciones de enseñanza-aprendizaje son diferenciadas y excluyentes. Además, este grupo de alumnos mostraría un notorio retroceso en la calidad de los servicios educativos.

En uno de sus últimos informes, el Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes resalta que el acceso a recursos educativos en Honduras es el más desigual de la región.

La mayoría de materiales los posee el sistema privado. A partir de esa verdad es que los expertos aseguran que se necesita una fuerte inversión en el sector público, capacitación de docentes, inversión en tecnología, en infraestructura, entre otros aspecto para disminuir la brecha.

Las expectativas no son buenas. Los analistas han advertido que Honduras se encamina a una crisis sistemática educativa. A causa de la emergencia de salud, se estima que la calidad de la enseñanza-aprendizaje caerá en un 20 por ciento.