Cuatro días después de su última presencia pública, el Papa Francisco volvió a presentarse ante los fieles desde la ventana del estudio del palacio apostólico para el rezo del primer Angelus de Cuaresma. Visiblemente mejorado (aunque con algún acceso de tos), anunció que no acudirá a los ejercicios de la Curia. "Lamentablemente, el resfriado me impide participar en estos ejercicios".

En su intervención, Bergoglio desgranó el relato de las tentaciones, y animó a “estar vigilantes” para “no someternos a ningún ídolo de este mundo”, y “a seguir a Jesús en la lucha contra el mal”.

Siguiendo el relato, el Papa explicó cómo Jesús, después de su bautismo, "fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo". Tras un período de ayuno de cuarenta días (ésta es la razón por la que la Cuaresma dura este periodo de tiempo), “el tentador, el diablo, irrumpe e intenta tres veces poner a Jesús en problemas”.

Las tres tentaciones son conocidas: la tentación del hambre, la del poder y la del mesianismo político. Tras cada una de ellas, “el diablo se vuelve más astuto”, recordó el Papa, pero “Jesús no se deja confundir, porque los que creen saben que Dios no les pone a prueba, sino que se confían a su bondad”. Con Información Religión Digital.