La invasión de tierras se ha extendido a otras actividades, lo que pone en evidencia que en el país no hay seguridad jurídica ni garantía de acceso a los alimentos y que el aparato productivo está en su punto crítico.

Los rubros más afectados son el aceite de palma africana y la ganadería. Apenas la semana que concluyó se produjeron 15 nuevas invasiones en los departamentos de Cortés y Atlántida.

Dos fincas fueron ocupadas en la zona atlántica y 12 propiedades más, plantadas de palma africana y en plena producción, también están invadidas.

En San Pedro Sula, Cortés, se han producido cuatro nuevas invasiones en áreas urbanas. Una de tales propiedades está valorada en 40 millones de lempiras y ha sido usurpada por 30 ó 40 personas.

En Atlántida se da la ocupación por parte de extraños de 350 manzanas en pleno ciclo de cosecha y cuyo costo ronda los 20 millones de lempiras.

Los usurpadores ya no sólo se posesionan de las tierras rurales o ejidales, sino a las áreas de tenencia privada y más fructíferas. Son los invasores quienes se encuentran en aprovechamiento de la tierra, y no sus legítimos dueños.

La pregunta es por qué el Gobierno no actúa contra los invasores de oficio, a quienes los afectados por este tipo de prácticas han identificado como grupos armados con nexos con asociaciones ilícitas.

¿Quién está detrás de estas acciones?: ¿políticos interesados en crear inestabilidad o quizá grupos ligados al crimen organizado?

Lo concreto es que las pérdidas diarias que reportan los productores de leche y de aceite de palma africana, los dos sectores más impactados por las invasiones, se estiman en 150 millones de lempiras diariamente.

También se han presentado perjuicios en las actividades productivas de caña de azúcar, melón, okra y el camarón.

Los datos del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) detallan que alrededor de 2,400 millones de dólares (cerca de 60,000 millones de lempiras) se han dejado de invertir en el país, a causa de las invasiones.

Las luchas por la tenencia de tierras han tenido mayor fuerza en Colón, pero en los meses más recientes se han extendido a cinco departamentos más: Choluteca, Cortés, Francisco Morazán, Islas de la Bahía y Lempira.

La invasión de tierras es un problema que amenaza la estabilidad y la paz social, además de poner sobre base movediza la economía, la producción, la seguridad alimentaria y la llegada de inversión.

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