Progresivamente se ha vuelto a elevar el número de sospechosos de covid que buscan asistencia en los centros de triaje, en tanto que la cifra de infectados ingresados en las unidades de cuidados intensivos muestra un comportamiento sostenido.

Estos datos reflejan que el virus está diseminado por todas partes y que la población está cometiendo el craso error de confiar que todo pasó y que es hora de aflojar las medidas de restricción.

A no bajar la guardia frente a la pandemia han llamado los funcionarios de la Secretaría de Salud. De acuerdo con la proyección de los expertos, a finales de octubre podría registrarse un incremento de 40 por ciento en el número de casos de covid si la población no atiende las medidas de bioseguridad.

Los estudiosos del rumbo que lleva la peste han llegado a la conclusión que el país está en el umbral de un rebrote que podría ser mucho peor y más virulento que la primera ola de junio y julio.

Los médicos que están al frente de la guerra contra el nuevo virus avizoran que el sistema hospitalario puede colapsar si no se toman las acciones preventivas, especialmente ahora que se ha permitido la reactivación del transporte público.

Hay quienes alertan que Honduras corre el riesgo de que la pandemia se agrave y se prolongue más allá de navidad y año nuevo, mientras el resto de países de Centroamérica seguramente habrán superado la crisis para entonces.

Abundantes datos recogidos en las últimas semanas dan pistas acerca de una mayor presión sobre los hospitales públicos de mayor cobertura como son los de San Pedro Sula y el Distrito Central, debido a la elevación de casos covid en el interior del territorio nacional.

Los limitados alcances de la detección oportuna de cuadros de covid sigue siendo el punto más flaco de la gestión de riesgos. Honduras jamás ha podido llegar al procesamiento de tres mil pruebas diarias en promedio que necesitaría para contar con un perfil epidemiológico integral.

Tampoco ha habido capacidad para la toma de disposiciones inteligentes en cuanto a la aplicación de las pruebas PCR o de los llamados exámenes de antígeno, en proporciones masivas.

En las primeras dos semanas de septiembre, se ha experimentado un leve aumento de seis por ciento en el número de muestras de detección procesadas respecto al mes anterior, pero se registra una disminución del 17 por ciento en comparación con las pruebas que pudieron ser realizadas en julio.

Apenas el uno por ciento de la población ha sido “testeada” o sometida a una prueba de diagnóstico, muy por debajo del cinco por ciento que los investigadores consideran apropiado para una intervención agresiva en la batalla contra el patógeno que produce covid.

Hasta el 15 de septiembre se habían tomado más de 163,000 pruebas con una tasa de positividad de 42 por ciento, la más alta de Centroamérica. A nivel nacional suman, a la primera quincena del noveno mes, 68,620 casos y 2.087 muertes para una tasa de letalidad de tres por ciento.

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