Un millón de niños están fuera del sistema educativo en la pandemia que arrecia, porque no tienen acceso a los medios digitales.

Los expertos en el tema califican esta verdad como “trágica”. De un total de un millón 900,000 niños matriculados este año, nada más el 30 por ciento ha estado conectado y ha participado del desarrollo de programas académicos no presenciales.

A causa de la pandemia, nada más 400,000 alumnos de la escuela privada han logrado aprovechar el presente período, ya que los establecimientos del sector y los padres de familia invirtieron en la creación de plataformas digitales y en la dotación de equipos electrónicos para los estudiantes.

“Catastrófico” es el calificativo utilizado por los analistas en la asignatura de enseñanza-aprendizaje para referirse al tiempo perdido por el confinamiento educativo.

Los casi cinco meses que los alumnos han permanecido fuera de las aulas significan casi medio año de retroceso en el sistema educativo hondureño, de por sí disminuido por la baja cobertura y el descenso indetenible de su calidad.

Los conocedores apenas encuentran una vía para evitar que un millón de alumnos “desenchufados” de la impartición de los contenidos curriculares se pierdan del todo: La aprobación automática o la promoción al curso superior.

Los resultados no son buenos cuando se mide el rendimiento de los estudiantes de Honduras, menos ahora que las clases presenciales están interrumpidas por efecto de la declaración de emergencia sanitaria.

Las autoridades de Educación tienen en vigencia un esquema virtual que ha resultado medianamente efectivo en el caso de los docentes y estudiantes del área urbana que tienen mayor acceso a la Internet y otras herramientas, pero que discrimina a los profesores y alumnos de las zonas rurales sin conectividad virtual.

Es un hecho que la calidad de la enseñanza-aprendizaje sufrirá un evidente deterioro estructural después de que los actores de la educación retornen a su nueva normalidad, tal vez a inicios de 2021.

Antes de la pandemia un alumno de América Latina mostraba un rezago de por lo menos tres años en lectura, matemáticas y ciencias. Los alumnos hondureños están mucho más atrás de ese promedio, señala un análisis del Banco Mundial.

Dirigentes magisteriales aseguran que “el sistema educativo de Honduras se está cayendo a pedazos, de tal manera que muestra un rezago de 60 años, si no es que más décadas”.

Países en desarrollo como Honduras están obligados a avanzar hacia un esquema de innovaciones tecnológicas de punta, combinadas con una participación más activa de los estudiantes y con tutorías inteligentes.

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