Gracias principalmente a su negocio de internet por satélite, Starlink, la empresa pone en órbita cada año más masa que todas las demás empresas y países de la Tierra juntos.

Tiene ambiciones todavía más grandes. El 18 de noviembre tuvo lugar el segundo vuelo de prueba de su cohete Starship, el más grande que se haya construido.

La primera prueba, en abril, terminó con una plataforma de lanzamiento dañada y un cohete que se autodestruyó después de tener problemas con varios de los 33 motores de la primera etapa y el fallo para separarse de forma apropiada en su segunda etapa.

El segundo lanzamiento fue una gran mejora. Un nuevo sistema de amortiguación con agua impidió que el cohete destrozara la plataforma de lanzamiento reconstruida. Todos los motores de la primera etapa permanecieron encendidos.

Un nuevo sistema de separación de "montaje caliente", el cual requería que en la segunda etapa encendiera sus motores mientras seguía unida a la primera, pareció funcionar bien. La empresa había esperado que la primera etapa volara por sí sola hasta el nivel del mar para una prueba de aterrizaje, pero explotó poco después de la separación.

Mientras tanto, la segunda etapa alcanzó una altitud de 148 kilómetros antes de que una especie de falla activara su propio sistema de autodestrucción.

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Estos fuegos artificiales son parte del proceso. A diferencia de sus rivales más antiguos, SpaceX deposita su fe en el “diseño iterativo”: probar mucho y aprender de los fracasos, en vez de intentar prever todos los problemas de antemano. Las etapas inferiores de sus cohetes Falcon 9 fracasaron muchas veces antes de que la empresa dominara el arte de aterrizarlas y reutilizarlas, algo que no se había hecho antes.

En la actualidad, con más de 250 misiones exitosas, el Falcon 9 es el cohete más confiable que se haya fabricado. Uno de sus propulsores ha volado dieciocho veces.

Si de la misma manera el Starship puede volar de forma confiable, podría transformar el negocio espacial. Está diseñado para poner en órbita hasta 150 toneladas, más de seis veces la capacidad de un Falcon 9 y, gracias a que es totalmente reutilizable, es mucho más barato de arrancar.

La NASA depende de una versión modificada como parte de su plan para regresar astronautas a la Luna. Los astrónomos están entusiasmados ante la posibilidad de poner a volar enormes telescopios espaciales o enviar flotas de astromóviles a Marte al mismo tiempo.

Un uso más inmediato será impulsar Starlink. Este servicio transmite acceso a internet a todo el mundo por medio de miles de satélites baratos que vuelan a baja altura. En septiembre, SpaceX declaró que tenía dos millones de suscriptores.

Ha despertado el interés de los militares después de su imprevisto papel como proveedor de comunicaciones en el campo de batalla para el Ejército ucraniano en su guerra contra Rusia. La emoción por su futuro es la principal razón de la vertiginosa valuación de SpaceX en 150.000 millones de dólares.

Sin embargo, el negocio depende del lanzamiento de enormes cantidades de satélites (SpaceX planea al menos 12,000). Cada vuelo de Falcon 9 lanza unos 22. El Starship podría lanzar cien o más a la vez y costaría menos hacerlo.

La competencia está aumentando la temperatura. OneWeb, una empresa rival, opera su propia flota de 630 satélites de vuelo bajo. Y dos días antes de la segunda prueba del Starship, Amazon, un gigante del internet, anunció que dos prototipos de satélites para su propio sistema de internet por satélite, 'Kuiper', habían superado sus propias pruebas en órbita.

Esto debería abrir las puertas para que la empresa empiece a hacer los satélites en grandes cantidades en su fábrica del estado de Washington. Si todo sale bien, Kuiper podría empezar a emitir servicios de internet desde el espacio a finales del próximo año.

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Grandes cohetes versus Gran Río

La banda ancha por satélite no es un mercado obvio para Amazon, una empresa más conocida por administrar una gran tienda departamental en línea y la mayor operación de computación en la nube del mundo. Y los cohetes ultrabaratos de SpaceX le dan una gran ventaja. Kuiper le ha comprado lanzamientos a Blue Origin, una empresa de cohetes que creó Jeff Bezos, fundador de Amazon, en 2000.

No obstante, aunque Bezos es tan entusiasta del espacio como Musk, Blue Origin está muy por detrás de SpaceX. Todavía no ha puesto en órbita sus cohetes. Por ahora, esto hace que Kuiper dependa de los lanzamientos de United Launch Alliance, un consorcio estadounidense, y ArianeSpace, uno europeo. Ambos cuestan mucho más que SpaceX.

En cambio, Amazon espera obtener una ventaja en el hardware de consumo. Un problema del internet por satélite es el costo de las antenas que deben comprar los consumidores para utilizarlo. La antena estándar de Starlink se vende en 599 dólares, mucho menos de lo que le cuesta a la empresa producirla.

Amazon estima que puede fabricar sus propias antenas por 400 dólares, un precio que Caleb Henry de Quilty Analytics, una consultoría de la industria espacial, describe como “una revolución”. (Según Henry, los costos de fabricación de SpaceX tal vez son tres veces superiores).

Amazon también afirma que Kuiper funcionará bien con Amazon Web Services, su rama de computación en la nube. Podría proporcionar enlaces redundantes entre centros de datos si fallan sus conexiones terrestres. Y, según la empresa, contar con su propia red privada en todo el mundo le ayudará a cumplir las leyes de privacidad y la 'soberanía de datos', pues garantizaría que los datos confidenciales de los clientes no pasen por países prohibidos.

Y tal vez Amazon cuente con que los clientes desconfíen de la posición dominante de SpaceX. A pesar del interés del Ejército estadounidense por Starlink, Kuiper ya ha firmado un contrato exploratorio con el Pentágono.

En cualquier caso, según Henry, el éxito de Starlink entre los consumidores y los soldados ha ayudado a detonar una “fiebre del oro” en el internet por satélite. La órbita terrestre baja está a punto de llenarse todavía más.

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