Todavía no ha llegado la etapa más aguda causada por la falta de agua, según lo advertido por los especialistas en la lectura del estado del tiempo y técnicos del Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA).

La empresa ha puesto en vigencia un programa de entrega del vital líquido cada siete u ocho días, en promedio, en razón de los niveles de las represas que han llegado a su mínimo histórico.

Como se sabe, los embalses La Concepción y Los Laureles, igual que la fuente de El Picacho, han tenido una caída en sus volúmenes de almacenamiento, de manera que actualmente sus lecturas están por debajo de la tercera parte de su capacidad.

La lectura actual de Los Laureles es de 32 por ciento, equivalente a tres millones de metros cúbicos. Mientras tanto, La Concepción se encuentra en el 18 por ciento de su capacidad; esto es, un volumen de 6.7 millones de metros cúbicos.

Autoridades de la Alcaldía del Distrito Central han pedido a los habitantes de la ciudad orar para que lleguen las lluvias, una petición que no está fuera de orden, porque las represas están casi secas.

Esto ha llevado al SANAA a elaborar un calendario de suministro que establece racionamientos más extensos, que podrían abarcar incluso a los primeros cinco o seis meses del año entrante.

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La disponibilidad actual de agua apenas alcanza para responder a la demanda hasta el 20 de octubre, pero si las precipitaciones no tienen un volumen apropiado, los habitantes de vastas zonas de la capital estarían sentenciados a sufrir la peor carestía de agua de que se tenga conocimiento.

Las opciones ante la crisis por la ausencia de lluvias siguen estando puestas sobre la perforación de pozos. La tarea no será fácil, en razón de que las áreas que hasta poco registraban agua subterránea ya no son aptas para la extracción del vital líquido.

La escasez de agua presentada este año no tiene parangón, pues -en otras temporadas- hubo una suspensión de lluvias muy profunda durante la canícula, pero no en época de invierno.

Si bien es cierto, la capital sufre las peores consecuencias por la ausencia de agua, la mayor parte de municipalidades del país viven un dramatismo semejante.