Las autoridades gubernamentales le han apostado en los últimos años a un modelo en el cual la educación no es prioridad y a la clase política ni siquiera interesa.

Éste es un juicio de valor que comparten los expertos en ciencias de la educación, quienes apuntan que el país no ha habido ni existen acciones en defensa de la instrucción formal.

El sistema de enseñanza-aprendizaje se encuentra en abandono. Honduras está frente a una catástrofe generacional. Los otros países atendieron la crisis de la educación provocada por la pandemia, pero en Honduras no se ha hecho nada, recriminan los especialistas.

Una de las expresiones de la calamidad de la educación hondureña es que siete de cada diez centros están inhabilitados o destruidos y los programas de rehabilitación nada más están plasmados en el papel.

Apenas se sabe que se ha dado marcha a algunas obras de reparación o reconstrucción de unas 770 escuelas, con el financiamiento de 150 millones de dólares otorgados por el Banco Mundial.

El Gobierno informó, asimismo, que las tareas de reconstrucción están enfocadas en 57 centros escolares que quedaron en la ruina por los fenómenos naturales que azotaron al país a finales del año pasado.

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Las condiciones desfavorables en que han sido impartidas las clases y el pobre ambiente que ha rodeado a los alumnos en sus escuelas y colegios son muchas, y parte de una "historia contada" muchas veces.

Los datos proporcionados por los mismos funcionarios de las Direcciones Departamentales, los directivos de los colegios magisteriales y otros actores del sistema educativo, revelan que siete de cada diez establecimientos de enseñanza tienen problemas en sus infraestructura, aunque en algunos sectores alcanza el 90 por ciento.

Antes de las emergencias ocasionadas por los eventos naturales, el 40 por ciento de las instituciones no tenían energía eléctrica y el 19 por ciento no contaban con acceso a agua potable.

El 30 por ciento; esto es, 4,000 establecimientos, no tenían  alcantarillados; encima, los padres de familia son quienes se han visto apremiados para financiar la vigilancia, el aseo y otros servicios.

La pandemia y el paso arrasador de las tormentas Eta y Iota derrumbaron los pobres avances que se habían obtenido en el sector educación en los últimos 20 años, destacan algunos informes de asociaciones no gubernamentales en los que también se hace referencia  a que la educación nunca ha tenido primacía en la agenda del país.

Pero lo peor es que no ha habido, ni lo hay, un debate sobre cómo rescatar la educación hondureña de la debacle. El Gobierno no ha dado manifestaciones claras de dar un golpe de timón en materia educativa, tampoco los candidatos a asumir el poder para el período 2022-2026 han planteado propuestas orientadas a esa gran comisión.