Ya pasaron varias horas desde que se declaró el cierre de las urnas en los comicios primarios, pero el Consejo Nacional Electoral ha guardado silencio ante la demanda generalizada de que se den a conocer los resultados oficiales en el menor tiempo posible.

A los consejeros les ha llovido sobre mojado. Se les ha acusado de contribuir con su "pobre papel" a que el país retroceda 30 años en materia electoral y a generar desasosiego, incertidumbre, inestabilidad y crisis.

En el interior del Partido Liberal se ha desatado un escenario que se complica cada día y que podría llevar a consecuencias insalvables. Los aspirantes Luis Zelaya y Yani Rosenthal se han declarado ganadores de la contienda.

Ambos aseguran que su centro de cómputo ha procesado las actas de las elecciones del domingo, con resultados contundentes y de tendencia irreversible a nivel nacional.

La contienda en el seno del liberalismo ha hecho crisis y le coloca en una zona muy difícil. El partido, relegado a tercera fuerza política en el proceso pasado, necesita plantearse como un primer objetivo la unidad granítica con posibilidades reales de reasumir el poder del país, así como las opciones de sellar "alianzas estratégicas".

Por ahora las posturas son irreconciliables y esto requiere un análisis sobre las posibilidades del liberalismo frente a la consulta en la cual los hondureños elegiremos al próximo gobernante, a los tres designados presidenciales, a 128 diputados y 298 alcaldes.

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En el nacionalismo, donde la contienda no ha tomado los matices críticos de sus históricos contendientes, los liberales, se ha demandado una ágil y oportuna intervención del Consejo Nacional Electoral.

¿Cómo se presenta en las filas azules la correlación de fuerzas entre el Gobierno, el grupo del alcalde capitalino Nasry Asfura, declarado victorioso de las elecciones, y el movimiento del presidente de la Cámara Legislativa, Mauricio Oliva?

En lo que compete al Partido en el poder, se plantean varios puntos de análisis. ¿Qué corriente tiene mayor margen de producir un cambio; es decir una separación estratégica del liderazgo gubernamental, desgastado después de ocho años en la administración del Estado?

Hay que preguntar, asimismo, en qué medida lo que ocurre en las entrañas de la oposición favorece a los nacionalistas que buscan un cuarto período en el poder.

En Libertad y Refundación (Libre),  la pelea interna no se concentra -en esencia- en el nivel de la candidatura presidencial, porque el triunfo de la ex Primera Dama, Xiomara Castro de Zelaya, es contundente. Así lo han aceptado los líderes de los movimientos que llegaron al ruedo de la consulta el domingo.

Excepto por algunas denuncias de fraude en la zona oriental, la disputa gira alrededor de la coordinación de Libre entre el expresidente, Manuel Zelaya Rosales, y la diputada María Luisa Borjas, quien reclama ser la ungida para dirigir el destino de la institución partidaria.

Para Libertad y Refundación el desafío es abrirse camino hacia una alianza que fortalezca su posición en el engranaje político nacional, una estrategia que vitalice su capital y un planteamiento que imponga peso en la oposición al Partido Nacional en el poder.

En términos absolutos, se divisa un escenario caótico -en mayor o menor grado- en los partidos que protagonizaron la consulta popular primar del 14 de marzo.

Ha quedado en predicado el papel de las entidades electorales y se ha impuesto la falta de madurez y compromiso de la clase política. En medio está una masa de ciudadanos que siguen reclamando transparencia, legitimidad y respeto a su decisión expresada en las urnas.