La agitada vida política del país, así como la profunda división que persiste en el interior de la mayoría de los gremios, ponen de manifiesto que Honduras está lejos de las opciones del entendimiento.

Todos los esfuerzos para acercar a las partes en conflicto han resultado ser un fiasco. Nuestro país sigue insertado en una serie de eventos que provocan incertidumbre y confrontaciones insulsas.

Este clima ha afectado el desarrollo normal de las actividades y el desenvolvimiento de las ideas que deberían fluir para encontrar soluciones a las dificultades estructurales del país.

No existe una estabilización plena en la dinámica institucional, ni política ni económica, todo lo cual desemboca en un debilitamiento generalizado y en una condena al subdesarrollo

Ha quedado de manifiesto la intolerancia y la determinación de la mayoría de los sectores de negarse a participar en una jornada de aproximación que permita cambiar el rumbo de nuestra Honduras.

Cada quien está empecinado en hacer mérito de sus criterios, mientras toda la estructura político-democrática pierde cada vez más la credibilidad ante la población.

Como bien se concluye después de pasar lectura a la realidad hondureña, la falta de diálogo erosiona las bases sobre las cuales se pretende levantar un proyecto de nación.

Las opiniones discordantes tienen que ser aceptadas en toda sociedad que se precie de evolucionar hacia una democracia con justicia y participación.

Honduras necesita una clase ciudadana consciente de sus deberes y derechos, pero también de una generación de gobernantes renovada que pueda ganarse el respeto y el respaldo de la ciudadanía y que tome como su norte una conducta transparente para beneficio de las mayorías.

Porque nuestro país ocupa el nada honroso sitio de ser uno de los tres con el mayor desigualdad en todo el mundo, de acuerdo con datos proporcionados por órganos internacionales.

Nunca como ahora, habíamos observado un pueblo en busca de un liderazgo legítimo que nos permita salir de este enjambre de problemas que nos han caído uno tras otro sin misericordia.

Si continuamos haciendo lo mismo, tendremos los mismos resultados: Un país hundido en la pobreza, corroído por la corrupción y relegado a las peores perspectivas, muy a pesar de los datos oficiales que muestran medias verdades sobre el desarrollo de Honduras.