La primera mujer en llegar al poder de la nación, Xiomara Castro, enfrenta desde el jueves (27.1.2022) retos mayúsculos que deberá enfrentar en circunstancias muy adversas.

Una precaria situación económica, altos índices de pobreza y corrupción, más el narcotráfico que salpicó al mandatario saliente, Juan Orlando Hernández, son algunos de los desafíos para la mandataria electa que presta juramento este jueves.

La ex primera dama arriba a la administración del Estado de Honduras con el respaldo masivo de un millón setecientos mil votos.

Los hondureños depositaron su confianza en la candidata del partido Libertad y Refundación (Libre), para que tomara las riendas de la nación y sacara a flote a Honduras.

Castro ha alcanzado la Primera Magistratura, luego de 12 años en el poder del Partido Nacional. La mayoría de los politólogos atribuyeron la contundente victoria de la esposa del ex gobernante, Manuel Zelaya Rosales, al sufragio de castigo depositado por los ciudadanos contra el mandatario Juan Orlando Hernández.

Miembros de la Comisión de Transición han sostenido que el régimen que abandona el poder deja un país “quiebra”, con una masa salarial de más de 200 mil burócratas, nueve de cada diez hondureños con problemas de empleo, setenta por ciento de pobreza y una deuda pública que roza los 20 mil millones de dólares.

Suma y sigue

Honduras experimenta un acelerado deslizamiento de su moneda, el lempira, una inflación que a finales del año pasado sobrepasó el cinco por ciento y profundos agujeros financieros como el que presenta la estatal eléctrica.

La gobernante recibe, igualmente, un país carcomido por la corrupción y amenazado por el crimen organizado, sin olvidar el debilitamiento institucional y la fragilidad del estado de derecho.

La agenda de la mandataria está enfocada, justamente, en la refundación de Honduras, la batalla incansable contra la deshonestidad, el mejoramiento del clima para el desarrollo económico y la elevación de las condiciones sociales de la población.

La presidente electa para el período 2022-2026 está ante la urgencia de cambiar la forma de hacer política, gestionar la democracia y devolverle la independencia a los Poderes del Estado.

Por encima de todo, Castro debe responder a las enormes expectativas creadas entre el pueblo hondureño para que se dé un giro a la actual crisis en todos los órdenes de la vida nacional. Y ese cometido no podrá ser materializado sin gobernabilidad ni integración.

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