Frente al acecho del covid-19, debemos prepararnos para el peor escenario.

Esta advertencia la han recalcado las máximas autoridades del país y apoyado los expertos, cuando han resumido la amenaza que la pandemia representa para Honduras.

Somos un país subdesarrollado, cuya capacidad hospitalaria es muy precaria y puede ser fácilmente desbordada por una plaga como la que está en curso.

Nos enfrentamos a un enemigo desconocido, de enorme poder devastador, gran capacidad de expansión y con una insospechada área de incidencia.

Sabemos que las consecuencias que pueda arrastrar la pandemia en nuestro país son inciertas. Desconocemos cuáles pueden ser los alcances del covid 19 en Honduras, de forma tal que lo único que podemos hacer es quedarnos en nuestras casas para reducir su contagio.

Si no tomamos verdadera consciencia, el crecimiento exponencial de casos provocará el colapso de nuestro sistema sanitario y la elevación descontrolada del número de muertos por el virus. Países del primer mundo y con avanzados sistemas asistenciales se han declarado incompetentes para detener el avance del virus que ha causado más de 9,000 muertos y un número arriba de los 222 mil infectados a nivel global.

¿Qué nos espera a nosotros, entonces? Someternos a las disposiciones extremas que han sido tomadas por las autoridades y acatar los protocolos dictados por los expertos en virología y epidemiología.

Tristemente, hay amplios sectores de la población que se resisten a entender que batallamos contra un asesino que ha traspasado todas las barreras y que tiene en vilo al mundo entero. Precisamente ayer, cuando se autorizó la apertura de mercados, supermercados, farmacias e instituciones financieras por espacio de siete horas, fue notoria la irresponsabilidad de muchos pobladores que se negaron a obedecer las reglas dictadas en situación de extrema emergencia.

No fueron pocos los ciudadanos, incluidos adultos mayores que son considerados como muy frágiles ante el covid 19, que se presentaron a buscar alimentos, medicinas y a realizar gestiones bancarias sin tapabocas y sin respetar la distancia de al menos un metro entre una y otra persona.

Muchos otros, expresaron su molestia porque los elementos de la Policía y del Ejército no les permitían entrar “a tropel” en los centros de abasto de productos de consumo ni en los puntos de adquisición de fármacos. Si no hubiese sido por la declaración de toque de queda, los pobladores hubieran seguido circulando en masa como ocurrió el fin de semana, no obstante la imposición de alerta roja en todo el territorio nacional.

Un buen porcentaje de la población no ha asimilado aún la gravedad de la situación a que estamos expuestos, ante la cual es absolutamente indispensable que permanezcamos en nuestros hogares, a menos que una emergencia nos obligue a salir de casa.

El peor error que podemos cometer es desestimar el hecho que nos encontramos ante una emergencia sin precedentes y que debemos prepararnos para “el peor escenario”.