Una verdad es irrefutable: En la presente crisis derivada del brote de Covid-19 en nuestro país, la primera necesidad es salvar la vida de las personas.

Pero no podemos desconocer que, simultáneamente con la adopción de acciones urgentes para proteger la salud de la población, es prioritaria la aprobación de medidas para no dejar caer nuestro aparato económico.

Necesitamos establecer un equilibrio, de tal manera que nuestro sistema de producción, comercialización e industrialización sea respaldado mediante un esquema que evite su derrumbe.

La declaración del estado de emergencia máxima y la paralización de actividades que ello conlleva, ha provocado un duro revés a la economía nacional y amenaza con propinar golpes todavía más duros.

Las pequeñas y medianas empresas, el turismo y la agricultura, son los rubros que han recibido el impacto más directo de la crisis sanitaria en curso.

Estos sectores han sido identificados como los más expuestos a sufrir un estrepitoso declive como resultado de la pandemia del Covid 19. Es consecuente, entonces, que se acuda en auxilio de los referidos renglones sobre los cuales descansa la economía.

El Gobierno ha tomado ciertas resoluciones ligadas con el congelamiento, por algunos meses, del pago de las cuotas de los obligados con el Banco de la Producción y Vivienda (BANPROVI), cuyo impacto se proyecta en 500 millones de lempiras.

Dentro de este pliego se han planteado providencias destinadas a fortalecer las pequeñas y medianas empresas, a través de esquemas crediticios y operaciones para emprendimientos.

Son iniciativas básicas, pero todavía tibias en relación con la magnitud de los perjuicios que se prevé cause el nuevo virus en la economía hondureña.

Justo el lunes, la iniciativa privada demandó la aprobación inmediata de medidas financieras, fiscales y administrativas, en respuesta a la necesidad apremiante de garantizar la sobrevivencia de las empresas y de los puestos de trabajo existentes.

Sostenemos la misma línea de criterios en el sentido que es oportuna la puesta en vigor de un plan de ampliación de los plazos de pago de préstamos concedidos a la pequeña, mediana y grande empresa, así como la extensión de los tiempos para cancelar hipotecas, y reducir la Tasa de Política Monetaria.

No menos perentorio es que se gestione la prórroga en la liquidación del Impuesto sobre la Renta, lo que vendría a aliviar los balances en rojo que comienzan a presentar los sectores vitales para la economía hondureña.

El Gobierno está en la obligación de responder con presteza e interés, no a medias, a la presente emergencia, en tanto que la banca privada tiene la gran oportunidad de contribuir a sostener el aparato económico; más aún, porque este sector cuenta con un balance de liquidez superior a los 12,000 millones de lempiras.

Por todos los medios hay que evitar que la pandemia del Covid-19 destruya nuestro aparato productivo; todo lo contrario, necesitamos dotarlo de un sistema inmunológico que mitigue los efectos de la crisis para que nuestra economía no se desmorone.