El reto más grande que enfrenta el país es de índole económica. Estudios como el Sondeo de Opinión del ERIC-SJ publicado en mayo del 2023 lo dejan en evidencia: el 43.9% de los hondureños encuestados respondieron que el país esta peor con la actual gestión gubernamental, debido principalmente a la situación económica y el alto costo de la vida. Y no puede hacer de otra forma si el 86% de los hondureños consideran que los principales problemas de Honduras son: la crisis económica, el desempleo y la inseguridad.

Otro ejemplo de es el Índice de Confianza de Consumidor elaborado por el IIE-UNAH y el COHEP donde concluyen que la confianza de los consumidores es optimista baja; es decir, la población considera que la situación económica seguirá siendo difícil, el encontrar un empleo, si bien, será menos complicado con respecto al último año, la estabilidad económica, social y política incidirá en que el país no vaya en la dirección esperada.

Esto no solo se queda únicamente en estudios y opiniones, los datos oficiales del Gobierno demuestran que existen más de 2.3 millones de hondureños con problemas de empleo y más de 300 mil totalmente desempleados, reflejando la dura situación de nuestros compatriotas. La situación se ha acervado con algunas decisiones que se han tomado por parte del Ejecutivo y Legislativo como la derogación de la Ley de Empleo por Hora y la implementación de un subsidio cruzado que ha incrementado los costos de las industrias y comercios en un contexto de altos niveles inflacionarios y problemas en la cadena logística internacional.

Aunque es cierto que algunas empresas y comercios pudieron haber malinterpretado o abusado de leyes específicas como la de Empleo por Hora, la Secretaría de Trabajo también falló en su deber de aplicar y sancionar de acuerdo con la legislación vigente. Sin embargo, utilizar estos fallos como pretexto para un enfoque contra el sector privado solo agrava el sufrimiento de una población que ya está atrapada en condiciones de pobreza y extrema pobreza, sin que hasta ahora se hayan tomado medidas efectivas para mitigar esta crisis estructural.

Por lo tanto, es tiempo de que unamos fuerzas y trabajemos juntos para cambiar el rumbo económico y social de Honduras. La solución no radica en tomar decisiones apresuradas o en alimentar discursos de odio y polarización, sino en actuar conjuntamente para mejorar la calidad de vida de más de 6 millones de hondureños que viven en la pobreza. Es nuestra responsabilidad trabajar por un futuro más próspero para todos, no solo para unos pocos.