Los empresarios no visualizan un buen entorno, basados en lo que ha ocurrido este año: El cierre de varias empresas grandes, la presión de los impuestos, la elevación de los costos de operación, el tambaleo de los puestos de trabajo y el derrumbe de la inversión extranjera.

A juzgar por las proyecciones oficiales, la economía nacional experimentará una mejoría en sus principales indicadores en 2020.

Dos mil diecinueve ha sido un período difícil, marcado por el proceso de desaceleración, aunque las autoridades del Banco Central aseguran que el trance ya pasó.

Los funcionarios de la institución que rectora las políticas cambiaria y monetaria, aseguran que en septiembre se detuvo el proceso de desaceleración de la economía y que, a partir de octubre, el Producto Interno Bruto ha comenzado a mostrar cierta recuperación.

Desde la óptica gubernamental, todo marcha bien. La industria textil ha crecido en un 10 por ciento y el precio internacional del café y del aceite de palma se ha levantado.

Además, las reservas internacionales superan los 5,000 millones de dólares y las remesas han crecido 13 por ciento, en tanto que la inflación y la devaluación cerrarán dentro de sus márgenes aceptables, han reiterado los voceros de los entes gubernamentales.

El Directorio del Banco Central ha analizado el informe sobre la evolución económica en el período julio-septiembre de 2019 y, asimismo, evaluado los movimientos de la Tasa de Política Monetaria.

Los versados en materia financiera no están seguros de que la economía hondureña logre salir de su letargo y que evidencie un avance importante el próximo año.

Por el contrario, los conocedores de la asignatura afirman que durante 2020 la economía continuará resintiendo los efectos más agudos de la desaceleración y que, incluso, podría ingresar en una recesión.

Los empresarios tampoco visualizan un buen entorno, basados en lo que ha ocurrido este año: El cierre de varias empresas grandes, la presión de los impuestos, la elevación de los costos de operación, el tambaleo de los puestos de trabajo y el derrumbe de la inversión extranjera.

Los pequeños y medianos empresarios dicen, de su lado, llevarse la peor parte por la pérdida de competitividad y de financiamiento que los lleva a reducir el tiempo de vida de sus negocios.

Los expertos en finanzas ven cuesta arriba las posibilidades de que el Producto Interno Bruto evolucione satisfactoriamente, peor aún si el Gobierno y los empresarios e industriales no logran ligar acciones dentro de una política anti crisis.

Se trata de una combinación entre producción, competitividad, creación de empleos y bienestar derramado sobre las capas bajas de la pobreza y miseria en que vive la mayoría de la población.