Iniciamos esta semana una fase de mayor apertura económica, con la movilización de dos dígitos y el retorno de actividades que por ahora estuvieron paralizadas.

El desafío que tenemos por delante es grande, porque la gestión de riesgos tiene muchas debilidades y la pandemia presenta amenazas abrumadoras.

Sabemos que una tormenta epidemiológica se aproxima y será más violenta y de consecuencias mayúsculas si no es manejada con inteligencia, cautela y visión estratégica.

Los especialistas nos han alertado que hay indicios serios de un segundo brote más agresivo que podría arrastrar una multiplicación inmoderada de casos del nuevo virus en las zonas rurales y una subida en el número de víctimas mortales.

Poco a poco los centros de triaje, las salas de estabilización y los hospitales, han comenzado a elevar sus indicadores de asistencia y de ocupación, debido a una prevalencia más acentuada del patógeno.

Hay que agregar otro elemento que lleva a una interpretación de datos que angustia: Los hospitales regionales están literalmente desarmados, no están preparados para satisfacer la demanda de pacientes que se pronostica irá en veloz espiral.

De ello no nos dejan lugar a dudas las experiencias de los anémicos y casi desahuciados sistemas sanitarios de los departamentos de Yoro, Atlántida, Colón, Gracias a Dios e Islas de la Bahía, sin dejar de lado la derrumbada arquitectura de salud de las regiones sur, oriental y occidental.

Poco razonados y más tirados al azar siguen siendo los ejes de acción de las dependencias estatales que están a cargo de gestionar la emergencia sanitaria.

Caminan a ciegas quienes están comisionados para dirigir la guerra contra la plaga desde la esfera del gobierno, mientras se nos acerca lo que podría ser un vendaval de resultados insospechados.

Hemos tenido una pausa en la incidencia de la peste. Y esa oxigenación, traducida en una relativa baja en la cifra de pacientes graves y de muertes, ha sido torpemente pasada por alto por los funcionarios de Sinager, de la cartera de Salud y de Invest-Honduras.

Todos ellos están reprobados por sus decisiones demoradas, desubicadas y sin un contexto estratégico; además, por la acumulación de tropiezos tras errores incomprensibles como el abandono de los hospitales regionales, las mentiras o medias verdades que se desprenden del tema de las carpas móviles traídas de Turquía y que todavía no entran en operación; así como por la pérdida de rumbo en lo relativo a la realización de pruebas para el diagnóstico masivo de casos de covid.

Impera la misma anarquía observada desde el inicio de la pandemia hace seis meses. Esto es volver a tropezar contra la misma piedra, un rumbo que hay que corregir para no girar alrededor de los errores de siempre y para encontrar el equilibrio entre la asignatura sanitaria y la materia económica.

Vea: Estas personas circularán el sábado 19 y domingo 20 de septiembre; así queda el calendario de circulación por dos dígitos la próxima semana