Las estrategias de Honduras para atraer la inversión extranjera deben ser replanteadas. En principio de cuentas, estas acciones deberían apuntar a colocar sobre la balanza las fortalezas que muestran los países vecinos en comparación con las debilidades de Honduras para motivar la llegada de flujos de capital. La inversión es una circunstancia indispensable para catapultar la generación de puestos de trabajo que, a su vez, es una de las condiciones para reducir la pobreza y reactivar el aparato económico. Es indiscutible que nuestro país se ha quedado a la zaga; no sólo eso, sino que el clima para atraer flujos extranjeros es peor. Justo esta semana se ha conocido el cierre de tres plantas maquiladoras en la zona norte, lo que traerá consigo la pérdida de tres mil puestos de trabajo. El Gobierno ha salido en su defensa. Los voceros de la gestión Castro-Zelaya justifican que la salida de esas empresas no es porque el país no haya generado condiciones para la llegada de capital externo, sino a que las acciones de las plantas industriales fueron puestas en venta. Lo cierto es que nuestro país no ofrece un entorno fértil para la traída de recursos foráneos. No hay seguridad jurídica; el pago de impuestos es muy alto; y la zozobra persiste mientras no sean puestas sobre la mesa las cargas de la Ley de Justicia Tributaria. Por otra parte, los costos de producción son elevados; entre otras razones, porque la mano de obra no es calificada y porque el suministro de energía eléctrica es constantemente interrumpido; además de que las tarifas no son competitivas. Hace más de una década fue lanzada “Honduras Abierta a los Negocios” como una de las iniciativas más ambiciosas para atraer recursos externos. Todo quedó reducido a un simple proyecto que fue presentado con grandes expectativas y con un despliegue de un alborotado discurso político en aquel momento de la historia de Honduras. La inversión extranjera se vino abajo desde un promedio de dos mil millones de dólares hasta una pírrica suma de 400 millones de dólares y hasta mil millones de dólares captados en 2023. En el segundo trimestre de este año, el país recibió 78 millones de dólares, el peor resultado de los años recientes, un hecho que se agrega a una cadena de condiciones que pintan un panorama gris para Honduras: el retroceso del Producto Interno Bruto, la baja en las exportaciones, el déficit en la disponibilidad de divisas y la caída del lempira. Es urgente que sean rescatados los propósitos de convertir a Honduras en un paraíso para invertir y en un destino seguro para los recursos externos. Se trata, al cabo, de colocar a nuestro país en un terreno sólido para la producción, la competitividad y la creación de empleos.