En el seno de los partidos Libertad y Refundación (LIBRE), y Nacional ya comenzó la integración de las estructuras de base y el movimiento de piezas alrededor de precandidaturas, con vistas a los procesos comiciales de 2025.

Los proyectos de campaña proselitista han dado inicio temprana e inoportunamente, en circunstancias en que las instituciones partidarias enfrentan una crisis de liderazgo, falta de propuestas y legitimidad en predicado por denuncias de traición y de alianzas suicidas.

La agitación en las filas partidarias, en particular en las entrañas de Libre, del liberalismo y de los nacionalistas, pone de relieve que nuestra democracia electoral y participativa no está fortalecida, y que el Estado de Derecho está en flaqueza.

Es cuestionable que los políticos nos estén arrastrando a sus juegos sectarios; más condenable es que nuestros líderes se nieguen a involucrarse en los planteamientos concienzudos y patrióticos acerca de la reactivación económica, la restauración del tejido social y el fortalecimiento de nuestro sistema democrático.

En Honduras sufrimos las consecuencias de una corrupción e impunidad galopantes, de la impartición segmentada de la justicia y de una discriminación social que no debe ser tolerada.

Siete de cada diez hondureños viven en la pobreza, la economía se encuentra en estado de coma, las empresas y los emprendimientos están en franco proceso de agonía y nuestro sistema productivo cayó en depresión.

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En verdad, los hondureños hemos llegado al hartazgo frente a los políticos, a quienes les hemos expresado nuestra confianza en las urnas; sin embargo, hemos tenido resultados fallidos de su desempeño. Ya no queremos escuchar más mentiras o verdades artificiosas de los políticos.

Nos asiste el derecho de exigirles que cumplan su compromiso de reconstruir y transformar el país. Demandamos una rendición de cuentas de parte de aquellos personajes que han estado y que están en el poder para beneficio de ellos mismos.

Es hora de que la conciencia popular tenga un avivamiento y es tiempo de desnudar a los gobernantes y a los líderes y dirigentes políticos, con miras a pedirles explicaciones del estado de postración en que se encuentra nuestro país.

Es momento de allanar el camino hacia un plan de desarrollo, una visión de país, la impartición de justicia pronta, la transparencia, la rendición de cuentas y la depuración de nuestro sistema político.

Éstas son las condiciones para llegar a un estado de equidad y bienestar general, que es la gran deuda de los políticos con el pueblo hondureño, en tiempos de enormes dificultades y de retos gigantescos como los que encaramos en la actualidad.

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