La anarquía en el sector salud está atizada. Y esto es inaceptable en un país como el nuestro, donde la población es mayoritariamente enferma y no tiene acceso a servicios sanitarios dignos.

No hay medicamentos; los médicos y otros profesionales sanitarios tienen varios meses sin recibir su salario y otros todavía esperan ser nombrados en plazas permanentes en el sistema asistencial público.

Reprochables son, de la misma manera, las acciones de los Colectivos de Libre que se han tornado en grupos violentos y de intensos ribetes ideológicos.

En un vergonzoso episodio, la semana anterior, estos activistas se tomaron la Secretaría de Salud y se enfrentaron con piedras y palos para hacer contrapeso a los reclamos del SITRAMEDHYS por los despidos masivos de personal, la no aprobación de nombramientos y la falta de medicinas.

Intolerable y hasta indigno ha sido también el ingreso por la fuerza de activistas del partido en el poder en el Hospital San Lorenzo, en Valle. Fue un verdadero ataque de esta turba, en perjuicio de médicos y enfermeras de la institución asistencial.

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El ministro José Manuel Matheu está atrapado en un marasmo que le impide llevar a cabo su gestión. Rivaliza en extremo con el mismo Colegio Médico, con las autoridades de la red hospitalaria y de los centros sanitarios y con las diversas organizaciones del SITRAMEDHYS.

Y como si no hubiese tantos frentes abiertos, el Secretario de Estado tiene relaciones antagónicas con los congresistas de su mismo partido Salvador Honduras, quienes le han retratado como alguien de “muy difícil trato”.

Congresistas han sentenciado que, si en la primera quincena de este mes los hospitales no tienen el suministro mínimo de medicamentos y de insumos, el funcionario sería llamado para que dé cuentas de su accidentada gestión.

Y es que el ministro Matheu está metido en su propia opinión de que el sistema de salud pública está bien. Se niega a darle credibilidad a los informes del Colegio Médico, las denuncias de las autoridades de los hospitales y los desgarradores testimonios de los pacientes y de los familiares de éstos que encuentran puertas cerradas a su demanda de asistencia sanitaria digna.

Verdaderamente, la calamidad en el sector salud es casi generalizada; si no, remitámonos a las dramáticas imágenes del Hospital San Lorenzo que hemos visto esta semana. Ahí no hay medicinas, el Banco de Sangre está desabastecido en un 90 por ciento y -para rematar- los políticos se disputan a sangre y fuego los cargos administrativos.

El respeto a las leyes, el rescate de la gobernabilidad y la despolitización del sector salud son un imperativo. Por desgracia, ni las autoridades del Gobierno Central, ni los gremios, ni los grupos radicales están conscientes de ello.

Entre tanto, la población perece en un sistema de salud abandonado, secuestrado, en desorden administrativo y ahora sitiado por grupos de choque. ¡Ojalá ese diagnóstico fatal pueda ser revertido!.

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