Para el próximo año está proyectado que la remuneración a los burócratas tenga un incremento sustancial de 8,000 millones de lempiras con respecto a la asignación de 89,000 millones que está vigente

A los hondureños nos costará no menos de 97,000 millones de lempiras alimentar la gigantesca plataforma de 246,500 burócratas en 2024. Es un conglomerado de clientes políticos, en su mayoría, que va en aumento, mientras el aparato productivo se cae y la inversión pública se derrumba.

La masa salarial sigue siendo uno de los principales renglones de gasto corriente. Representa el 12 por ciento del Producto Interno Bruto, se lleva la cuarta parte del presupuesto y devora 50 centavos de cada lempira que ingresa por el pago de impuestos.

¡Qué brecha la que abre y qué desbalance el que provoca el peso de la burocracia! Nuestras finanzas ya no pueden con semejante carga.

Y es que la economía no crecerá más de 3.2 por ciento y nuestra deuda pública llega a 20,000 millones de dólares, una cifra que será engordada porque el Gobierno anunció que saldrá a buscar 70,000 millones de lempiras para financiar el Presupuesto 2024.

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La inversión se ha venido abajo en 40 por ciento, los empleos perdidos se multiplican y las reservas internacionales han descendido hasta los 7,620 millones de dólares.

Pese a todos estos indicadores negativos, el común denominador es el desmedido gasto en el pago de sueldos a los empleados y funcionarios de la Administración Pública, y no el ahorro ni el uso racional de los fondos estatales.

¡Cuánto dinero dilapidado en un país pobre, donde no hay oportunidades de salir adelante! Tres millones de hondureños están desocupados o subempleados y cinco de cada diez compatriotas ya emigraron o tienen la decisión tomada de irse del país.

En puras declaraciones ha quedado la promesa de las autoridades que tomaron posesión en enero de 2022 de volver eficiente el gasto dirigido a la masa salarial, sobre todo a quienes devengan sumas que van desde los cien mil hasta los 340,000 lempiras, mientras el resto de la población apenas recibe el salario mínimo o sobrevive en la economía informal.

No pueden ser echados en saco roto los fondos púbicos que hoy día son empleados en la alimentación de una sobrepoblación de servidores públicos enquistados, sin beneficio alguno.

La masa salarial tiene un impacto contraproducente en la economía, crea clases privilegiadas y provoca un gran desequilibrio en la gestión pública. Honduras necesita un gobierno pequeño y eficiente que esté en concordancia con el desempeño de las maltrechas finanzas nuestras.

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