Honduras tiene por delante muchos retos que demandan decisiones históricas para materializar la transformación del país, impulsar la reactivación económica, exigir una rendición de cuentas de parte de los gobernantes y líderes políticos en un año electoral, cortar las raíces de la corrupción y guerrear con mayor eficiencia contra la pandemia.

Estamos abocados a tomar el enorme desafío de cimentar los ejes de la reconstrucción de Honduras que debe ser un proceso incluyente, sostenido y desprovisto del virus de la corrupción.

En 2021 también será un imperativo crear las condiciones apropiadas para la reactivación económica y la disciplina fiscal, además de reflexionar sobre el impulso de liderazgos auténticos en un año en el que están programadas las justas democráticas primarias y generales.

No podemos olvidar que el año que apenas iniciamos, seguirá dominado por la pandemia covid que arrecia, con todo y la luz que se han encendido al final del túnel con el desarrollo de la vacuna y los movimientos a contrarreloj que se realizan para la compra, distribución y aplicación de los inoculantes.

Para construir un destino promisorio, a pesar de todas las adversidades, los hondureños debemos de mostrar una voluntad sincera y emprender acciones con determinación férrea y compromiso inquebrantable.

Las dificultades de orden económico, social y político por las que atraviesa nuestro país y que son de dimensión casi "apocalíptica",  requieren de grandes soluciones consensuadas.

A los problemas estructurales que hemos arrastrado por décadas enteras, se agregan los de tipo coyuntural acarreados por el covid y por los meteoros de 2020.

Hay que reconocer que en situaciones de emergencia como las que nos ha tocado vivir en distintos momentos de nuestra historia, en Honduras no hemos hecho nada por encontrarle una salida a cada uno de los males que nos han agobiado. Y en la presente eventualidad, tampoco se están emprendido los esfuerzos que competen para enfrentar la presente eventualidad.

Hemos perdido la oportunidad de articular una visión de país y de edificar un proyecto de nación. Hoy más que nunca, cuando sufrimos de manera descarnada los efectos de la emergencia epidemiológica, de los meteoros Eta y Iota y cuando tenemos malos pronósticos por la creciente pobreza, desigualdad y corrupción, necesitamos encontrar legítimos representantes del poder popular y verdaderos líderes que marquen el norte de este país a la deriva.

La consecución de ese gran propósito pasa por acciones que respondan a los retos de esta "nueva normalidad". Porque en nuestra Honduras han de prevalecer la justicia, la dignidad y la igualdad. Encontremos juntos, gobernantes y pueblo, el camino hacia un estado de bienestar general.

Es una prioridad que le apostemos a una profunda meditación acerca de nuestro presente y futuro, con vistas a interpretar nuestra realidad para encontrar las respuestas salomónicas a nuestros crónicos y nuevos padecimientos en una "era de crisis sin precedentes".

¡Enfrentemos la adversidad con decisión, voluntad y compromiso!

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