Hay una media que reza que en tiempos de vacas flacas, de apuros financieros, la regla es una estricta racionalización del gasto corriente y la contención del derroche de recursos públicos.

Con apremiantes dificultades para pagarle a los empleados de la salud que han estado en la primera línea contra el covid, con deudas sin poder saldar y un déficit de la administración pública en caída libre, no se puede seguir haciendo lo mismo y comportándonos como cuando el precio medio del petróleo crudo llegó a costar 40 dólares el barril.

¡Honduras no puede gastar su presupuesto como histórica e irresponsablemente se ha hecho!. comiéndonos la mitad del Producto Interno Bruto en sueldos y salarios y destinando entre 75 y 80 centavos por cada lempira recaudado, para disparar el gasto y engordar un aparato burocrático que engulle más de 62 mil millones de lempiras anuales.

Este ha sido hasta ahora el país en el que hemos vivido en por lo menos las dos últimas décadas: con un monto abismal de recursos drenados al gasto corriente y apenas cubriendo el pago de deudas contraídas.

De ahí que ahora, cuando mas nos aprietan los tiempos de vacas flacas, ajustarse más la faja debe ser la orden del día; encarar con suma conciencia y responsabilidad el manejo del gasto.

Y es que con una deuda interna, heredada o no, superior a los 7 mil millones de dólares, es por puro sentido de responsabilidad, imprudente, inaceptable, seguirla acrecentando.

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Tenemos que darnos cuenta, y más los que ahora administran los destinos del país, que Honduras no es una burbuja, que nunca estuvo resguardada en ninguna.

Frente a esta realidad que nos expone a los peores escenarios económicos, llegó la hora de sentar cabeza, y con es cabeza fría, dejar de seguir llorando sobre la leche derramada.

No es que se nos vayan a pasar estos cuatro años culpando a los que ya se fueron. ¡y no sabían ya como estaba la cosa pues!. Creemos que a esta altura ya debería estar la hoja de ruta trazada.

Por ejemplo, ya definida la escala salarial para el sector público centralizado, desconcentrado y descentralizado, en tiempos en los que casi todas las semanas estamos dando cuenta de instituciones cuyos funcionarios jerárquicamente más altos, además de los onerosos salarios, son beneficiados automáticos de los ajustes que los contratos selectivos y leoninos suscritos, confieren, y en el mismo tamaño porcentual que sus emolumentos consignan.

Es cierto que a este gobierno le ha tocado también bailar con la más fea, que talvez como nunca un gobierno heredó un país tan mal como lo ha encontrado, pero es también cierto que sobre la leche derramada no van a pasar llorando siempre. Para eso no fue que votó el pueblo hondureño en las urnas.

Este gobierno tiene una gran responsabilidad. Agarrar ya el toro por los cuernos y demostrarle a ese millón 700 mil votantes que no se equivocaron cuando fueron a las urnas.

Cuando y cómo lo van a hacer, es lo que estamos esperando. A JOH ya se los llevaron los gringos, y seguir culpando de todo, incluida la inacción que se percibe, a los que ya se fueron, tuvo que dejar de ser la cantaleta arengada, el domingo 28 de noviembre del año 2021.

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