Ya transcurrieron nueve meses desde que la presidente castro anunció en su discurso de toma de posesión una profunda e inaplazable reforma al subsector energético que pasaría por la reestructuración operativa y sostenibilidad financiera de la estatal eléctrica, pero dicha promesa en forma de compromiso ha sido hasta ahora “más hojas que tamal”.                                                                                                                                                                    Cuando ya los primeros y casi siempre promisorios cien días de gobierno quedaron hace un buen tiempo atrás, el plan de rescate de la ENEE pareciera, a la luz de la evidencia, seguir  “durmiendo el sueño de los justos”, es decir, a la espera de ser sacado de la gaveta de las promesas para convertirse en la realidad, que vale también decir, hemos estado esperando las últimas dos décadas atrás.     

 Es Cierto. Se han dado algunos pasos en el objetivo de darle “vuelta de calcetín” a todo el subsector eléctrico, y la renegociación de los contratos con los generadores privados es un ejemplo, pero todavía el plan de reestructuración del sector no termina de ser una realidad inicial. 

Y pueda ser que sólo se trate de la ansiedad y desesperación que hoy cunde entre la población hondureña, pero es que la situación de gravedad extrema en la que se encuentra postrada la estatal eléctrica y el subsector como tal, no dé para seguir esperando más!.  es que se trata de la última carta que el estado de Honduras tiene en manos para salvar a la moribunda empresa pública y reflotar el sector eléctrico, aunque también es necesario decir que no debemos lanzar las campanas al viento creyendo que este plan es o será la tabla de salvación de un sector que ha sumido a honduras en un oscurantismo agravado por el pésimo servicio, las pérdidas técnicas y una tarifa asfixiante para el bolsillo del abonado. 

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No podemos entonces creer que esta vez se tenga la tabla de salvación de la que los tecnócratas hablan como la luz al final del túnel. es que ya nos dijeron eso antes y miren ustedes cómo está la ENEE y el subsector eléctrico hondureño. la estatal pierde anualmente unos 35 mil millones de lempiras, unos 20 millones de dólares mensuales.                                                                                                                                                                               ?¿ C´´omo podemos entonces creer los hondureños en lo que se ha hecho y en lo que dicen van a hacer para salvar de la quiebra total el sector?.  

 De ahí las dudas que prácticamente todos los sectores y gremios tienen alrededor de lo que siempre se dijo y se sigue diciendo alrededor del rescate de la ENEE. tanto el COHEP como el colegio de economistas han exteriorizado con suma cautela sus dudas razonables, mientras el ex coordinador del gabinete energético del gobierno de Ricardo Maduro, Luis Cosenza, recordaba recientemente, que si bien el plan es necesario, no sería suficiente!.

Las fracasadas y burocráticas medidas apagafuegos terminan de reforzar el temor general; las dudas razonables fundamentadas en que nada ni nadie garantiza que la reestructurada matriz podrá -por ejemplo- implementar un modelo de mercado abierto que expandiría la inversión, la generación y la transmisión, tal como lo han hecho los países que aquí en la región y en el mundo se volvieron exitosos  en la administración del sector eléctrico.    

 Un reciente análisis del COHEP alimentaba las dudas sobre si la reestructurada matriz y sus empresas subsidiarias podrán competir con el sector privado para que los abonados tengan por fin una tarifa que alivie la pesada carga que ahora resienten sus bolsillos.  

 Tal parece que mientras los abonados seguirán siendo flagelados por las altas tarifas y el pobre servicio, los hondureños estaremos condenados a no poder ver aún  la luz al final del túnel.

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