Los referentes de la empresa privada han enfatizado en que lo que menos nos conviene es que nuestros gobernantes nos mantengan sumidos en sus “discursos disociadores”, que permanezcamos asfixiados en medio de las confrontaciones entre el poder y la oposición, o que sectores interesados aticen más los rancios contrastes entre la izquierda y la derecha.

Quienes ejercen el poder deben procurar el bien común y presentar respuestas a nuestros crónicos problemas; la oposición, está exhortada a ser el contrapeso democrático; unos y otros, están enfrentados al desafío de rescatar el país.

Y para construir un destino promisorio, los políticos tienen que demostrar una voluntad sincera y emprender acciones que permitan fortalecer nuestra democracia, no dejar que agonice en las prácticas autoritarias.

Las dificultades de orden económico, social y político por las que atraviesa la mayoría de la población requiere de grandes soluciones consensuadas.

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Nos hemos convertido en un país donde falta un liderazgo legítimo que nos conduzca hacia puerto seguro y donde nuestro sistema político-institucional se cae.

Hemos perdido la oportunidad de articular una visión de país y de edificar un proyecto de nación. Las crisis políticas nos han dejado confrontaciones enfermizas que en nada nos viene a ventaja para la finalidad de salir de nuestro rezago económico y social.

Honduras necesita del concurso de los representantes legítimos del pueblo; es decir, líderes que marquen el norte de este país que está a la deriva.

Este gran propósito pasa por la búsqueda incansable del diálogo, de la paz y de la justicia. Se trata de profundizar una democracia participativa, incluyente y de resultados efectivos.

A los hondureños nos vendría a bien que nos veamos reflejados en el espejo de muchos pueblos de América Latina donde han surgido y se han enraizado regímenes absolutistas fracasados y donde la gente demanda reformas sustanciales a las políticas económicas y sociales.

¿Quiénes son los responsables de nuestra problemática? ¿Cuáles son las causas, consecuencias y potenciales soluciones a nuestros males estructurales?

En nuestra Honduras tienen que prevalecer en todo tiempo la justicia, la dignidad y la igualdad. Encontremos juntos, gobernantes y pueblo, el camino hacia ese estado de bienestar general.

El Gobierno de turno tiene el compromiso de impulsar una gran jornada de reconciliación para encontrar respuestas salomónicas al desempleo, la pobreza, el derrumbe de las inversiones, el debilitamiento de las reservas internacionales, la incertidumbre política, la corrupción, el precario educativo y sanitario, y la permanente anarquía social en que vivimos.

Se trata de encontrar el camino del progreso económico, del buen gobierno, de la equidad social, de la decencia política y de la democracia en su pura expresión de justicia.

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