Además de la falta de voluntad del Gobierno para responder a las demandas sociales y económicas de las mayorías y la ausencia de un plan de país.

Las enfermeras profesionales mantienen un movimiento de lucha por lo que consideran una burla de las autoridades de las Secretarías de Salud y de Finanzas que han prestado oídos sordos y desconocido los compromisos asumidos con el gremio.

El personal de servicios de limpieza de uno de los hospitales públicos de San Pedro Sula ha reclamado la entrega de su pago y hasta un grupo de campesinos se plantó en la sede de la Secretaría de Salud en la capital para exigir la destitución del director del Hospital de El Progreso, Yoro.

En el sector educativo la gestión es caótica. Un grupo de maestros se oponen a la reapertura de las escuelas normales, los docentes interinos fuerzan por la ampliación de su contrato y los padres de familia y alumnos se han rebelado a las autoridades: unos piden el nombramiento de maestros y otros exigen la destitución de profesores o directores.

Dentro de la cadena de reacciones antigubernamentales, los transportistas de los rubros de carga e interurbano han amenazado con bloquear las carreteras, en tanto un grupo de campesinos han pedido a gritos la derogación de la Ley de Modernización Agrícola que, en su opinión, los criminaliza y violenta el derecho a la tierra.

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Son unos cuantos ejemplos de los brotes de inconformidad, unos más intensos y violentos que otros, que crean un entorno de anarquía y de ingobernabilidad en nuestra Honduras.

Nuestro país se está convirtiendo en un hervidero. En esto tendrían que reparar quienes ostentan el poder de nuestra Honduras que parece ir a la deriva, sin una visión de país ni un plan de nación.

Tenemos un laberinto y un entorno anárquico; por si no fuera suficiente, el Gobierno está pagando la factura de una rivalidad entre liderazgos del mismo partido en el poder.

No le está quedando a la gestión de doña Xiomara Castro y del exmandatario y asesor presidencial, Manuel Zelaya Rosales, un margen de tolerancia y de sana gobernabilidad, en apenas un año y días de haber asumido la conducción de este empobrecido país contaminado por la politiquería, el populismo y la corrupción.

A nuestra clase política le vendría a bien reflexionar sobre lo que está escrito en Los Proverbios: “cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; Mas cuando domina el impío, el pueblo gime”.

¿Escucha el Gobierno del Poder Popular la voz del pueblo que pide que este país sea administrado con sabiduría y justicia, en busca del bien común?.

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