El anuncio sobre los resultados exitosos de las vacunas contra el covid desarrolladas por las mayores farmacéuticas del mundo, genera esperanza y constituye una luz al final del túnel.

Es la noticia que esperaba todo el mundo y, desde luego, la buena nueva por la que aguardábamos los hondureños. Esto es así, porque la pandemia vino a trastornar el orden de cosas y a paralizar todo el planeta.

En el país, la peste ha provocado un impacto mayúsculo por nuestra debilitada estructura de salud, la falta de una estrategia para la gestión de riesgos y la ausencia de una visión para responder a las contingencias.

El covid nos ha traído consecuencias de gran magnitud. Ya llevamos cerca de 3,000 fallecidos y más de 111,000 personas infectadas por el nuevo virus.

Agregamos a esta revisión el derrumbe en al menos diez por ciento del Producto Interno Bruto, la pérdida de medio millón de puestos de trabajo y tres de cada cuatro hondureños sumidos en la pobreza.

El 40 por ciento de las empresas murieron aplastadas por la inédita crisis económica desencadenada por la peste de dimensiones apocalípticas. En suma, todos estos elementos configuran un escenario desastroso para 2020 y un horizonte de total incertidumbre para 2021.

En medio de esta oscuridad, albergamos la esperanza de que en 2021 nuestro país tendrá acceso a las dosis para inmunizar a toda la población de manera gratuita, lo que es considerado como un haz de luz que resplandece en la miseria económica, la inestabilidad social y el expirante sistema sanitario de nuestro país.

Como estaba previsto, se ha producido una desaforada carrera de todos los países que buscan asegurar la cantidad de dosis requerida para inocular a sus habitantes y hacerle frente de manera eficaz al covid, la plaga que puso de rodillas al mundo y que ha ocasionado más de un millón y medio de muertes en el planeta.

Bien se ha establecido en la declaración de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en cuanto a que es inaceptable un mundo donde "los pobres y marginados sean pisoteados por los ricos y poderosos en la estampida por las vacunas, pues ello terminará por agudizar las desigualdades y la inequidad".

Somos, justamente, parte de ese bloque de naciones con menores recursos y pocas posibilidades de competencia con los poderosos que corren para tener en sus manos la vacuna contra el virus.

Al margen de esta cruda realidad, la emergencia sanitaria debió ser gestionada con inteligencia y a la luz de los conocimientos y de la experiencia de los expertos en nuestra Honduras.

Lamentablemente, lo que se ha impuesto es el trabajo sobre la marcha y las andanzas a ciegas en la administración hospitalaria, el diagnóstico, la vigilancia epidemiológica y las otras aristas que entran en juego en la evolución de la pandemia en nuestro territorio.

Mira: Vacuna contra el covid será gratuita en Honduras, tras aprobación de nueva ley

Y en la fase previa a que nuestro país reciba las donaciones o que realice la contratación con los proveedores con fines de suministro, distribución y posterior aplicación de la vacuna, hay indicios de una condenable dosis de politización que hay que abortar cuanto antes.

Cada uno de los hondureños tenemos derecho a recibir la vacuna contra el covid; por tanto, reclamamos que el proceso de compra y distribución sea transparente y que tenga lugar sin que estén de por medio los criminales y detestables intereses de algunos de hacer negocio o de utilizar como mercancía el tema de las dosis de protección frente al letal virus.

¡Esto sería pura bajeza de parte de los oportunistas, deshonestos y corruptos que no han dejado de medrar en la presente pandemia! ¿Acaso no hemos aprendido la lección que nos está heredando la pandemia?

Avancemos hacia la integración de un Consejo Técnico y de un Grupo Consultivo de alto nivel que nos garanticen a todos los hondureños el acceso a la vacuna contra el covid, mientras planificamos una estrategia que nos permita adaptarnos a la nueva normalidad.