A cuatro días de las internas todo parece indicar que el sistema electoral ha finalmente desistido dar el salto al vacío y que contra viento y marea habrá comicios primarios el próximo domingo 14 de marzo.

El material electoral comenzó desde ayer a llegar a los 298 municipios del país mientras los potenciales electores empezaron también ayer a recibir el nuevo documento nacional de identificación que a la par de la ahora vieja tarjeta de identidad, será la llave de entrada a los cantones electorales el domingo próximo.

Parece entonces que ya no hay vuelta atrás. Y no puede y no podría ser de otra manera, en tiempos en los que nuestra precaria democracia y el poco prestigio que aún le queda a los partidos políticos, apenas si ajusta!

 Vamos entonces el próximo 14 de marzo a elecciones primarias en tres partidos políticos, y está bien.  Más allá de que sea ésta una democracia precaria y que su calidad sea proporcional a la calidad de los partidos y a la clase política que tenemos, de todas formas –con todas sus falencias y debilidades- los comicios electorales, internos y generales, serán siempre los medios institucionales que más terminan aproximando a la gente de a pie a la  decisión ciudadana de elegir.

¡Vayamos entonces a las urnas, a pesar de todo! No hacerlo terminaría convirtiéndose en la aventura que la misma institucionalidad electoral del país estaba empecinada en recorrer. No ejercer el sufragio el próximo domingo supondría dar el salto al abismo que la clase política doméstica insistió hasta el final en concretar. 

En HRN estamos convencidos que al darle la espalda a las urnas no le hacemos un favor al país, a la libertad de elección, al valor del voto y a la precaria democracia que aún nos queda.

¡El voto sigue siendo a pesar de todo un factor ciudadano para construir democracia! Votar representa hasta además, la forma más silenciosa de expresar nuestro descontento con quienes nos dicen representar. “Vote, y siempre vote por principio, aunque vote solo, y podrá apreciar la más dulce reflexión, que su voto no se pierde”, nos heredó como la más propicia reflexión y premisa el sexto presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams.

Votar seguirá suponiendo  la vía para volver a la ciudadanía protagonista de los cambios y de las manifestaciones más pacíficas de expresar nuestra inconformidad y desencanto con el orden establecido. Los malos gobernantes, dijo un crítico estadounidense, son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan.

 De ahí que la calidad de la democracia y del sistema electoral que tenemos no solo dependa de  los candidatos, de los partidos políticos y de los instrumentos electorales, sino además de una cultura ciudadana que cuestione, que evalúe y que mida a los aspirantes a partir de nuestra decisión de acudir a las urnas.  Por una democracia representativa, por buenos candidatos y políticos, por la siempre aspiracional autodeterminación ciudadana, vamos entonces el domingo a las urnas.

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